sábado, 25 de febrero de 2012

Parra VS Girondo

Los autores en sendos poemas se basan en un adjetivo para englobar todo el texto y adjetivizan cada parte de esa realidad.


EL HOMBRE IMAGINARIO
Nicanor Parra
(De Hojas de Parra, 1985)

El hombre imaginario
vive en una mansión imaginaria
rodeada de árboles imaginarios
a la orilla de un río imaginario

De los muros que son imaginarios
penden antiguos cuadros imaginarios
irreparables grietas imaginarias
que representan hechos imaginarios
ocurridos en mundos imaginarios
en lugares y tiempos imaginarios

Todas las tardes tardes imaginarias
sube las escaleras imaginarias
y se asoma al balcón imaginario
a mirar el paisaje imaginario
que consiste en un valle imaginario
circundado de cerros imaginarios

Sombras imaginarias
vienen por el camino imaginario
entonando canciones imaginarias
a la muerte del sol imaginario

Y en las noches de luna imaginaria
sueña con la mujer imaginaria
que le brindó su amor imaginario
vuelve a sentir ese mismo dolor
ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar
el corazón del hombre imaginario.


RESPONSO EN BLANCO VIVO
Oliverio Girondo
(De Persuasión de los días, 1942)

BLANCA de blanca asfixia
y exangüe blanca vida,
a quien el blanco helado
nevó la blanca mano
de blanca aparecida,
mientras el blanco espanto
blanqueaba su mejilla
de blanca ausencia herida,
al ceñir su blancura
de intacta blanca luna
y blanca despedida.

Carlos Oquendo de Amat

Carlos Augusto Luis Humberto Nicolás Oquendo Amat fue un poeta y uno de los máximos exponentes del vanguardismo poético peruano (1905-1936). Publicó un único libro "5 metros de poemas", una tira larga donde se dividen para cada página, en forma de acordeón. Su obra es claramente influenciada por el creacionismo y el ultraísmo, y utiliza el caligrama como recurso para ilustrar visualmente las imágenes poéticas. Murió en Guadarrama, España, a la edad de 30 años por una tuberculosis, luego de recorrer diversos países de América Latina por sus ideales políticos.


POEMA

Para tí
tengo impresa una sonrisa en papel japón

Mírame
que hacer crecer la yerba de los prados

Mujer
mapa de música    claro de frío    fiesta de fruta

        En tu ventana

cuelgan enredaderas de los volantes de los automóviles
y los expendedores disminuyen el precio de las mercancías

  d é j a m e   q u e  b e s e   t u  voz

                      Tu voz
QUE CANTA EN TODAS LAS RAMAS DE LA MAÑANA

CAMPO

          El paisaje salía de tu voz
y las nubes dormían en la yema de tus dedos

                                          De tus ojos cintas de alegría
                                                             la mañana

                     Tus vestidos
encendieron las hojas de los árboles

                                                      En el tren lejano iba sentada
                                                                   la nostalgia


         Y el campo volteaba la cara de la ciudad


viernes, 10 de febrero de 2012

Oliverio Girondo

Oliverio Girondo (18911967) fue un destacado poeta argentino, de familia adinerada que le prometió que si estudiaba Derecho en la universidad, cada año viajaría a Europa. Se casó con la hermana de Jorge Luis Borges, Norah. Participó en numerosas revistas que hacían referencia al ultraísmo, predecesor con el creacionismo en España del surrealismo.


TÁNGER
A D. Alfonso Maseras
La hélice deja de latir;
así las casas no se vuelan,
como una bandada de gaviotas.

Erizadas de manos y de brazos
que emergen de unas mangas enormes,
las barcas de los nativos nos abordan
para que, en alaridos de gorila,
ellos irrumpan en cubierta
y emprendan con fardos y valijas
un partido de “rugby”.

Sobre el muelle de desembarco,
que, desde lejos,
es un parral rebosante de uvas negras,
los hombres, al hablar,
hacen los mismos gestos
que si tocaran un “jazz-band”,
y cuando quedan en silencio
provocan la tentación
de echarles una moneda en la tetilla
y hundirles de una trompada el esternón.

Calles que suben,
titubean,
se adelgazan
para poder pasar,
se agachan bajo las casas,
se detienen a tomar sol,
se dan de narices
contra los clavos de las puertas
que les cierran el paso.

¡Calles que muerden los pies
a cuantos no los tienen achatados
por las travesías del desierto!

A caballo en los lomos de sus mamas,
los chicos les taconean la verija
para que no se dejen alcanzar
por los burros que pasan
con las ancas ensangrentadas
de palos y de erres.

Cada ochocientos metros
de mal olor
nos hace “flotar”
de un “upper-cut”.

Fantasmas en zapatillas,
que nos miran con sus ojos desnudos,
las mujeres
entran en zaguanes tan frescos y azulados
que los hubiera firmado Fray Angélico,
se detienen ante las tiendas,
donde los mercaderes,
como en un relicario,
ensayan posturas budescas
entre las nubes tormentosas
de sus pipas de “kiff”.

Con dos ombligos en los ojos
y una telaraña en los sobacos,
los pordioseros petrifican
una mueca de momia;
ululan lamentaciones
con sus labios de perro,
o una quejumbre de “cante hondo”;
inciensan de tragedia las calles
al reproducir sobre los muros
votivas actitudes de estela.

En el pequeño zoco,
las diligencias automóviles,
¡guardabarros con olor a desierto!,
ábrense paso entre una multitud
que negocia en todas las lenguas de Babel,
arroja y abaraja los vocablos
como si fueran clavas,
se los arranca de la boca
como si se extrajera los molares.

Impermeables a cuanto las rodea,
las inglesas pasean en los burros,
sin tan siquiera emocionarse
ante el gesto con que los vendedores
abren sus dos alas de alfombras:
gesto de mariposa enferma
que no puede volar.

Chaquets de cucaracha,
sonrisas bíblicas,
dedos de ave de rapiña,
los judíos realizan la paradoja de vender
el dinero con que los otros compran;
y cargados de leña y de jorobas
los dromedarios arriban
con una escupida de desprecio
hacia esa humanidad que gesticula
hasta con las orejas,
vende hasta las uñas de los pies.

¡Barrio de panaderos
que estudian para diablo!
¡Barrio de zapateros
que al rematar cada puntada
levantan los brazos
en un simulacro de naufragio!
¡Barrio de peluqueros
que mondan las cabezas como papas
y extraen a cada cliente
un vasito de “sherry-brandy” del cogote!

Desde lo alto de los alminares
los almuédanos,
al ver caer el Sol,
instan a lavarse los pies
a los fieles, que acuden
con las cabezas vendadas
cual si los hubieran trepanado.

Y de noche,
cuando la vida de la ciudad
trepa las escaleras de gallinero
de los café-conciertos,
el ritmo entrecortado
de las flautas y del tambor
hieratiza las posturas egipcias
con que los hombres recuéstanse en los muros,
donde penden alfanjes de zarzuela
y el Kaiser abraza en las litografías al Sultán...

En tanto que, al resplandor lunar,
las palmeras que emergen de los techos
semejan arañas fabulosas
colgadas del cielo raso de la noche.

(De Calcomanías, 1925)

miércoles, 1 de febrero de 2012

Víctor Fernández-Fragoso

Nació en San Juan, Puerto Rico (1944-1982). Llegó a Nueva York en 1965. Cuidadoso artífice del discurrir de las palabras en la imagen, del fluir de las imágenes en la "palabra arrebatada del silencio", es la suya de las obras poéticas más auténticas e intensas de la generación del 70. 



24

huele al almizcle o verano
detenido en mí mismo
me distraigo paseando en el espejo
me converso
con toques de palabras repetidas
saco cuentas exactas
sobre el amor la duda la carrera el pan de todos
y mi corto lenguaje
de donde vengo se llega a muchas partes
especialmente al espejo en el fondo del mar
a las cabinas o los refrigeradores
paciencia hermano inmóvil
a veces vivir es dejar hacer al viento
recoger el movimiento de la mano extraviada
extenderse
cuando llego al silencia
toca al mundo a la puerta
que no me diga el árbol
la fisiología de su verdad
que no aúlle en la flauta de esta primavera
que estalla en nuestros ojos
ya le he preguntado
en el silencio místico del polen
y no encontré respuestas en el viento
enredado en la multitud de sus brazos diagonales
en el nido axilar de su desdicha
ya yo no hablo el dulce
lenguaje de los sauces
destrepado del árbol
cargando por el mundo las cabezas
me olvidé de la sábana
dulce y larga del mar aprisionado
que no me traiga el árbol la bandeja
pulida de su abrazo no la quiero
si estallan golondrinas en mi oído
que esperen por mi zapato en el bosque

10

nada que no sea imposible
que no tenga el color de los espacios
que no esté lleno de abismos
nada quiero que sea simple
sin párpados
porque la sencillez es casi una ecuación como la muerte
cuando se me resuelvan
las manos con alguna risa
dosdoblada al azar
pediré otro cuaderno
para sumar las deudas los asuntos las cartas
nada quiero que no sea tu columna
o una mancha
con la improbable mancha de tu sello

23

vuetas
sobre el eje inmóvil de tu ausencia
segunda persona interminable
que invadió mi palabra
y la esquina adormecida de todo lo planeado
vuelvo a la cama
me canso
sin "repetir los cuerpos en la mañana"
me desgasto
diciendo que daría cuaquier cosa porque me invadieras
una vez más remoto capitán
haciéndome explotar como el verano
que sale humedecido de un abril transparente
tarde tostada por la nueva luz
trigo repleto boca
poblada de semillas
me duele tu existencia
saber que tus sábanas son costas para nuevos naufragios
que estás presente en las huellas de mi mano zurda
en la savia de las cartas de enero febrero marzo abril
en la promesa del mayo que nunca tocó a la puerta del fondo
del mar
llegó mayo sin ti
mayo no es más que un mes si tú no estás conmigo
vuelvo
regreso a tu presencia desaparecida
para inventarte una vez más
hijo de mi palabra mío único

(De El Reino de la Espiga)

El alma en los labios - Julio Jaramillo

El poeta guayaquileño de la Generación Decapitada Medardo Ángel Silva dedica estos alejandrinos a Rosa Amada Villegas para que el Ruiseñor de América lo musicalice en 1960.


Para mi Amada

Cuando de nuestro amor la llama apasionada
dentro tu pecho amante contemples extinguida,
ya que solo por tí la vida me es amada,
el día que me faltes, me arrancaré la vida.

Porque mi pensamiento, lleno de este cariño,
que es una hora feliz me hiciera esclavo tuyo,
lejos de tus pupilas es triste como un niño
que se duerme, soñando en tu acento de arrullo.

para envolverte en besos quisiera ser el viento
y quisiera ser todo lo que tu mano toca;
ser tu sonrisa, ser hasta tu mismo aliento
para poder estar más cerca de tu boca.

Vivo de tu palabra y eternamente espero
llamarte mía como quien espera un tesoro.
Lejos de ti comprendo lo mucho que te quiero
y, besando tus cartas, ingenuamente lloro.

Perdona que no tenga palabras con que pueda
decirte la inefable pasión que me devora:
para expresar mi amor solamente me queda
rasgarme el pecho, Amada, y en tu mano de seda,
¡dejar mi palpitante corazón que te adora!