viernes, 22 de junio de 2012

Manuel Arce

Es un escritor español nacido el 13 de febrero de 1928 en Llanes, Asturias (España). Comenzó escribiendo poesía: Llamada (1949), Sombra de un amor (1952) y Biografía de un desconocido (1954). Más tarde abordó la narrativa: Testamento en la montaña (1956), Pintado sobre el vacío (1958), La tentación de vivir (1961), Anzuelos para la lubina (1962), Oficio de muchachos (1963) y El precio de la derrota (1970). Después de treinta años de silencio reapareció con El latido de la memoria, Premio Internacional de novela Emilio Alarcos en 2006.


Lo desconocido (El recuerdo)

A VECES me pregunto cosas
que ya no puedo responderme.

He llegado a casa pronto.
                        Mi casa
es alargada, blanca, alegre.
Hay un perchero en el pasillo.
Es de viejo castaño. Tiene
un sombrero que nadie usa.
Está colgado desde siempre.
Siendo niño, me disfrazaba
con él. Sigue colgado. A veces
me preguntó por qué. Sospecho
con espacioso amor; vidente.
Cuando mi padre se disgustaba,
mi madre, amorosamente,
lo cepilla, estira el fieltro;
arregla su silueta; vuelve
su ala hacia abajo, lo mira,
y semeja hallarse asuente.


A veces me pregunto cosas
que ya no puedo responderme.


El viaje

LLUEVE.
Sobre el andén llueve.
Y llueve también sobre los rostros que se despiden;
sobre los labio que ríen
o que están tristes,
o ausentes.

Llueve sobre los labios que se besan,
y también veo que llueve
sobre aquel hombre que compra una novela,
y sobre otro hombres que dice: volveré pronto.
Y también sobre otro que nada dice
porque está solo,
porque sólo Dios sabe lo que estará pensando.

Llueve sobre un niño que grita.
Sobre una maleta rezagada.
Y sobre el maletero que la recoge.
Y también llueve sobre los vagones mediáticos
         del tren,
sobre el denso humo de la locomotora;
sobre un perro que pasa;
sobre un paraguas que todavía viene;
sobre dos corazones que se apartan.

Llueve,
y brilla la lluvia sobre las luces
y la nube parece hilvanar la noche con el cielo,
la tierra con el cielo,
mientras el andén brilla;
mientras el oído se llena de rumor siseante;
de gritos apagados por la locomotora,
que también brilla,
nerviosa,
siseante,
mientras el tren marcha;
mientras mis lágrimas brillan como si fueran lluvia.

Pero, ¿qué quereis?
Si no soy Dios para hacerme amar cuanto quisiera.

domingo, 10 de junio de 2012

Se rumora


Para Ivonne Cantos y Carlos Alcívar

 
Que el amor de este par enamorado
con sus nobles sonrisas sin muralla,
se siente con la brisa de la playa
se siente con la luna y su recado.

Que el amor se escabulle por las rocas,
como el agua de Dios en el bautismo,
como la dicha en el eterno abismo
de un te amo cotidiano de dos bocas.

Que el amor cae cual reloj de arena
en el suelo de la feliz condena
de dos cuerpos cautivos entre sí.

Que el amor se posó en esta copa...
Todos borrachos es la mejor tropa
cantándole al amor con frenesí.