lunes, 30 de julio de 2012

Declaración


Mis manos son dos pájaros muertos enraizados en tu viento ausente. Sus alas sólo son mortajas cálidas cobijando portarretratos congelados, y se agitan acongojadas en el cine, y lloran jaulas de silencio. Dios sopla con toda su furia hacia la torre que me conectaba a tu vientre. Saco mi espada para luchar contra los oráculos que se amamantan de presagios, penetro un espejo y brota un manantial de sombras pasadas, sombras con forma de nube de lluvia, sombras diáfanas, sombras de maceteros de papel.
Me revuelco en un sueño hostil donde me introducen sondas cargadas de pólvora; el gatillo es tu nombre habitando bajo mi lengua. Las lunas que depositas en la fosa de mi boca han roto el cascarón y te aclaman dando alaridos de náufrago.
¿De qué manera puedo arrancarme el alma y dártela en una caja de zapatos? ¿De qué manera te hago un collar con mis párpados erguidos como un espantapájaros en la madrugada?
Escucho ladridos en la calle que se disipan como la sangre agonizando en un taxi de regreso que nunca llega. Profanaré los besos arrastrándome por cuerpos grises, entierro otro poema en el lugar inexacto.

lunes, 23 de julio de 2012

Reverso Huidobro - Camila Moreno


La cantautora chilena musicaliza un extracto del poema Canto V de Altazor del poeta Vicente Huidobro.


El cielo tiene miedo de la noche
Cuando el mar hace dormir los barcos
Cuando la muerte se nutre en los rincones
Y la voz del silencio se llena de vampiros
Entonces alumbramos un fuego bajo el oráculo
Para aplacar la suerte
Y alimentamos los milagros de la soledad
Con nuestra propia carne
Entonces en el cementerio sellado
Y hermoso como un eclipse
La rosa rompe sus lazos y florece al reverso de la
         muerte

domingo, 22 de julio de 2012

Giuseppe Ungaretti

Poeta italiano (Alejandría, 1888 - Milán, 1970). Vinculado en sus inicios al hermetismo, su obra, en la que se advierte siempre una tensión existencial y un continuo viaje interior hacia la memoria, representa también una singular recuperación de la tradición lírica, tras los excesos del crepuscularismo y del futurismo.

FASE

Camina camina
he encontrado
el pozo de amor

En el ojo
de mil y una noches
he reposado

A los abandonados jardines
ella llegaba
como una paloma

Entre el aire
del mediodía
que era un desmayo
le he recogido
naranjas y jazmines

(De La alegría, 1929, versión de Rodolfo Alonso)

CON FUEGO

Con fuego de ojos un nostálgico lobo
Recorre la calma desnuda.

Sólo halla sombra de azul sobre el hielo.

Se funden serpientes faunas y breves violetas.

(De Sentimiento de tiempo, 1933, versión de Rodolfo Alonso)

RUMORES DE SOLLOZOS

Vuelven a mí
transitando
entre cañas titubeantes
a lo largo de la calle
desollada
sobre el dorso de la soledad
las palabras
de las almas perdidas

y terminan de apagarse
en aquellas oleadas
de roca
aligerada por la sombra
que encogida
al borde del cielo
viscoso
como una mayólica
graba
una boca afilada
de abismo.

(De Poemas dispersos, 1945, versión de Rodolfo Alonso)

TODO HE PERDIDO

Todo he perdido de la infancia
Y no podré ya más
Olvidarme en un grito.

He enterrado la infancia
En el fondo de las noches
Y ahora, espada invisible,
Me separa de todo.

De mí recuerdo que exultaba amándote,
Y aquí estoy perdido
En el infinito de las noches.

Desesperación que incesante aumenta
La vida ya no es para mí,
Detenida en el fondo de la garganta,
Más que una roca de gritos.

(De El dolor, 1947, versión de Rodolfo Alonso)

sábado, 14 de julio de 2012

Marginal de Guayaquil - Kristian Fabre

Kristian Fabre, músico guayaquileño, septiembre de 1978.


Soy el negrito que hace canciones
y en las radios no le dan opciones,
los diarios quieren gente bonita
aunque la verdad se haga mentirita.

Soy el cholo que anda mal vestido,
al que le dicen que es corrompido,
al que no le dan chance a nada
si no muestra la cultura deseada.

(Estribillo)
Soy el chiclero en el malecón,
soy la puta en la calle Colón,
soy el indio en Samborondón,
soy el marginal de Guayaquil,
soy el marginal de Guayaquil,
soy el marginal…

Hay peladas de cuerpo bonito
que de hobbie muestran el ombliguito,
si le dicen un poema hermoso
ellas sólo te viran el rostro.

Me doy cuenta de su puto complejo
que se busca un tipo bien pendejo,
que les pague la comida,
sea fuerte y arregle su vida.

(Estribillo)

Mi Guayaquil se encuentra bien parada
aunque es Miami mal copiada,
si canto en el malecón
me sacan por orden del bigotón.

Guayaquileño, ¿qué chucha te pasa?
Tu ignorancia cotiza la alza,
sólo piensas en farándula,
ni siquiera has leído una fábula.

(Estribillo)

Jaime Sabines



Nació el 25 de marzo de 1926 en Tuxtla Gutiérrez, estado de Chiapas. Hijo de un inmigrante libanés. Cursó estudios de medicina y letras en la Universidad Nacional. Fue Premio Villaurrutia en 1973 y Premio Nacional de Literatura en 1983. Autor de Horal (1950), La señal (1951), Adán y Eva (1952), Tarumba (1956), Yuria (1967), Maltiempo (1972), Algo sobre la muerte del Mayor Sabines (1973) y Uno es el hombre (1990). Su obra está recopilada en Nuevo recuento de poemas (1977). En 1994 es distinguido con la medalla "Belisario Domínguez". Fue diputado federal por el estado de Chiapas de 1976 a 1979 y diputado en el Congreso de la Unión en 1988 por el Distrito Federal. Jaime Sabines falleció el 19 de marzo de 1999. "Su última voluntad fue que enterraran su cuerpo junto al de sus padres, el mayor Sabines y doña Luz, quienes descansan en el Panteón Jardín de la Ciudad de México".




Te quiero porque tienes...

Te quiero porque tienes las partes de la mujer
en el lugar preciso
y estás completa. No te falta ni un pétalo,
ni un olor, ni una sombra.
Colocada en tu alma,
dispuesta a ser rocío en la yerba del mundo,
leche de luna en las oscuras hojas.

Quizás me ves,
tal vez, acaso un día,
en una lámpara apagada,
en un rincón del cuarto donde duermes,
soy una mancha, un punto en la pared, alguna raya
que tus ojos, sin ti, se quedan viendo.
Quizás me reconoces
como una hora antigua
cuando a solas preguntas, te interrogas
con el cuerpo cerrado y sin respuesta.
Soy una cicatriz que ya no existe,
un beso ya lavado por el tiempo,
un amor y otro amor que ya enterraste.
Pero estás en mis manos y me tienes
y en tus manos estoy, brasa, ceniza,
para secar tus lágrimas que lloro.

¿En qué lugar, en dónde, a qué deshoras
me dirás que te amo? Esto es urgente
porque la eternidad se nos acaba.

Recoge mi cabeza. Guarda el brazo
con que amé tu cintura. No me dejes
en medio de tu sangre en esa toalla.

(De Yuria, 1967)



No es que muera de amor, muero de ti

No es que muera de amor, muero de ti

Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.

Muero de ti y de mi, muero de ambos,
de nosotros, de ese,
desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.

Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro acostumbra tu cabeza
y mi mano tu mano
y todo yo te sé como yo mismo.

Morimos en el sitio que le he prestado al aire
para que estés fuera de mí,
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros, separados del mundo,
dichosa, penetrada, y cierto , interminable.

Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
entre los dos, ahora, separados,
del uno al otro, diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que no vemos,
en nuestras manos que nos necesitan.

Nos morimos, amor, muero en tu vientre
que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos,
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
de triángulos obscuros e incesantes.
Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
de nuestra muerte, amor, muero, morimos.
En el pozo de amor a todas horas,
Inconsolable, a gritos,
dentro de mi, quiero decir, te llamo,
te llaman los que nacen, los que vienen
de atrás, de ti, los que a ti llegan.
Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino morirnos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.


He aquí que tu estás sola

He aquí que tu estás sola y que yo estoy solo.
Haces cosas diariamente y piensas
y yo pienso y recuerdo y estoy solo.
A la misma hora nos recordamos algo
y nos sufrimos. Como una droga mía y tuya
somos, y una locura celular nos recorre
y una sangre rebelde y sin cansancio.
Se me va a hacer llagas este cuerpo solo,
se me caerá la carne trozo a trozo. Esto es lejía y muerte.
El corrosivo estar, el malestar muriendo es nuestra muerte.
.
Yo no sé dónde estás. Yo ya he olvidado
quién eres, dónde estás, cómo te llamas.
Yo soy sólo una parte, sólo un brazo,
una mitad apenas, sólo un brazo.
Te recuerdo en mi boca y en mis manos.
Con mi lengua y mis ojos y mis manos
te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne,
a siembra, a flor, hueles a amor, y a mí.
En mis labios te sé, te reconozco,
y giras y eres y miras incansable
y toda tu me suenas
dentro del corazón como mi sangre.
Te digo que estoy solo y que me faltas
Nos faltamos, amor, y nos morimos
y nada haremos ya sino morirnos.
Esto lo sé, amor, esto sabemos.
Hoy y mañana, así, y cuando estemos
en estos brazos simples y cansados,
me faltarás, amor, nos faltaremos.

(De Poemas Sueltos, 1951-1961)

jueves, 12 de julio de 2012

María Cristina Salinas Urquiza


Poeta argentina. Secretaria de Cultura de la Asociación Amigos de la Avenida de Mayo.


Yo que vengo…

a Esther de Izaguirre

Yo que vengo de los días de la lluvia
en un enero recortado,
yo que vengo en el transparente ritmo de las lágrimas,
en el constante malestar de las palabras
que me prestaron otros;
yo que en la trenza de un beso ensayado
ignoré la existencia del alfabeto humano,
yo que conozco la charla desteñida de las cosas,
yo que permanezco en la cotidianidad de la tristeza
siento tu sangre habitarse en la mía,
siento tu risa acostarse en mis días,
siento tu luz de tus constelaciones
en mi charco de sombre adormecida.

Regreso

a Aldo Tibaudin

Volverás a este puerto abandonado
con tu barco cargado de tristeza,
volverás a este puerto de verano
con tu ancla de idiomas extranjeros.
Volverás a este puerto, marinero,
en la proa de una beso yo te espero,
como esperan las novias en los puertos
desplegando caricias y desvelos.
Tú, en medio del mar junto al lucero,
divisarás mis manos en el viento
dibujando la forma del regreso.
Y en el agua mi voz se hará silencio;
cuando amarres tu barco, marinero,
ya no estará mi barco en este puerto.

Ubicación

a mi padre

Vivir la esencia de este ser impuesto,
caerse desde un punto sin herirse,
recuperar la sangre que se pierde,
quemar la piel en la bondad del aire.
Llorar el llanto que se va insinuando
al futurar la frase que se olvida,
sentir en metafísica locura
la integración total de la amargura.
Tocar las sombras, masticar el miedo,
subordinar el hesitar del cuerpo,
ennegrecer las manos con el barro.
Ingerir la orfandad de nuestro canto,
vertebrarse en la idea de la duda
perdile a Dios perdón por tantan culpa.

(Poemas y biografía tomados de Más allá del tiempo, 1976)

sábado, 7 de julio de 2012

Andrés Neuman

Andrés Neuman nació en 1977 en Buenos Aires, donde pasó su infancia. Hijo de músicos argentinos emigrados, terminó de crecer en Granada, en cuya universidad fue profesor de literatura hispanoamericana. Como poeta, ha publicado los libros Métodos de la noche (Hiperión, 1998), El jugador de billar (Pre-Textos, 2000), El tobogán (Premio Hiperión, 2002), La canción de antílope (Pre-Textos, 2003) y Mística abajo (Acantilado, 2008), además de los haikús urbanos Gotas negras (Berenice, 2007).



NO SÉ POR QUÉ venero la pornografía
esta mansa costumbre del salvajismo ajeno
cada vez que contemplo el placer en los otros
mi parte fugitiva se complace
de amar a quienes no me ven
de espiar a quienes no me ven
de espiar al que no soy
de fornicar sin mí
veo películas
perversiones caseras
estoy feliz de estar aquí con nadie

*


NO SÉ POR QUÉ los besos se me atrasan
se quedan encerrados en su jaula de hambre
sin alcanzar su hora apetito
dudo que tenga mérito
almorzar con fantasmas
masticar sombra

*

NO SÉ POR QUÉ este árbol distrae a lo mortal
esta vida que aguanta
la afirmación del tronco
cuántas dudas habrá sedimentado
su corteza es más profunda
que un corazón
árbol riégame un poco
tus brazos están llenos de ancianos y de niños

*

NO SÉ POR QUÉ contesto correos electrónicos
con avidez de náufrago como si alimentaran
dedico más tiempo a los desconocidos
que al sexo oral o al sol o a contar chistes
de pronto se me ocurre un epitafio
«escribió que no estaba porque estaba escribiendo»
deberíamos vernos de vez en cuando
festejar cumpleaños subir una montaña
repartirnos la muerte que pesa un poco menos
sobre varias espaldas

(Poemas y biografía tomados de No sé por qué, 2011)