sábado, 15 de noviembre de 2014

No nací en Ayotzinapa pero me duelen sus 43 estudiantes normalistas

No nací en Ayotzinapa pero me duelen sus 43 estudiantes normalistas. Leí que fueron quemados en una pira, luego de ser abatidos por la policía y mutilados por Guerreros Unidos. Entre ellos, Everardo, Jorge Luis, Marco… Pero no los desaparecieron; sus cenizas ya volaron y están por todos lados. En 15 horas no se quema un sueño, una tierra no delimita el dolor ajeno, este grito ahora es un lugar común. Una sola voz se propaga, desde las gargantas de Leonel, de Julio César, de Miguel Ángel, de Joshvani.
No conocí a Abelardo, a Christian Tomas, a Saúl o a Jorge Antonio, y sin embargo mi sangre desemboca en ese río de calabacitas –en Náhualt– donde caminaban a diario. Me duele el dolor de Abel, de Felipe, de Jonas, de Jorge Álvarez al ser desollados. Jorge Aníbal estaba como muerto, al igual que Carlos, entre todos los cuerpos que ahora cobijan una sola sangre. Emiliano es nuestro muerto. Adán es nuestro muerto. Cutberto es nuestro muerto. Luis también es nuestro muerto.
No soy un normalista, como lo era Antonio, Giovanni, o Jesús, pero soñamos igual. Somos un atisbo en el viento, una flor remojada en agua bendita, una piedra rompiéndose en un peñasco. Y aquí está mi garganta para arrojar una súplica de justicia. Julio, no te olvidamos. Martín, no te olvidamos. Magdaleno, Marcial no te olvidamos.
Jamás subí a un bus con José Luis, o con Mauricio, pero los siento cercanos, en una llaga sin relojes, en el mismo llanto, en las mismas cuencas desabitadas de sus ojos. José Ángel, Miguel, Israel Caballero, aquí están mis ojos para llorar su dolor, que ahora es la patria de todos nosotros.
Los mafiosos están enquistados en esa rancia política. Dicen que son más de 150 mil, desde el 2006, las víctimas del narcotráfico. Israel Jacinto fue uno de ellos, también Benjamín y José.
Nunca estudié en la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Dorian, de César, de Christian Alfonso pero desde esta silla me imagino en sus pupitres y la angustia es de todos. Lloramos la muerte de Carlos, de Luis Ángel y de Alexander también. La fosa común se llama olvido, y no los olvidamos. Los lloramos todos los días. Exigimos una política pública mexicana alejada de los grupos narcotraficantes. Demandamos una política de reducción de daños de drogas, que cause menos dolor que el que causa la caduca política antidrogas. No nacimos en Ayotzinapa, pero cada estudiante nos duele como si fuera nuestro.

sábado, 11 de octubre de 2014

EL HIMNO NACIONAL

Un lunes por la mañana en el colegio Dominga Paredes de Adoum, el ambiente es frío a pesar del nacionalismo que calienta los corazones de los estudiantes al cantar el himno nacional, del humo del tripamishi que golpea los vientres congelados de los perros vagabundos, del lodo cobijando las botas de profesores que se entremezclan con sus piernas en una argamasa de caminantes errantes. El corazón es un meteorito en la Antártida. La bandera enarbolada es sólo un señuelo para una muestra de amor.
Todos los profesores deben salir de la oficina central –o de su oficina personal, si es un docente destacado– para dar alaridos de náufrago, simulando lo más parecido el canto fervoroso hacia un prócer de la patria. De pronto, entre el ruido del cántico general, se pierde un pequeño forcejeo de la puerta con tranca del rectorado, donde se proyecta a todo el colegio el himno nacional.
–Marcos, no seas tan cabrón –murmulla Antonio debajo de la mesita del proyector de sonido–. No les voy a cortar el himno nacional por mi súplica de amor. Deja que se termine la primera estrofa aunque sea. Los dos serán cánticos de amor.
–Pero no te vayas a ahuevar como siempre –dice Marcos con los ojos casi salidos de sus órbitas por el esfuerzo que hizo para sacar la tranca de la puerta–.
«Levantando la muerte hasta el golfo, con las botas ensangrentadas, don Adolfo» se escucha desde los desvencijados altavoces del balcón del rectorado que colinda con el patio. Nadie se pregunta quién será don Adolfo ni de qué golfo hablará el himno. Como si no fuera bien sabido que todos los cantos épicos son un enjambre de chauvinismo y sangre; un sinsentido. Y ahí están: todos los alumnos con la mano izquierda reposada en el pecho, como si no supiesen que el corazón está en el otro lado, cantan a todo pulmón ese himno desde el gran charco de lodo en el centro del patio.
Abruptamente se corta el himno, hay interferencia, golpes en el micrófono, caras de confusión entre los profesores y caras ávidas de novedad entre los estudiantes. Suena la voz de puberto enamorado de Antonio:
–Maestra Laura, usted nos ha enseñado que el corazón está en nuestro pecho, es cierto. Reprobé en el exámen porque marqué que era falso, es cierto. ¿Acaso no se da cuenta? Mi corazón ya no me pertenece, no está en mi pecho, está en su…
–Cabroncito, ya córtala o nos la van a cortar a nosotros –dice Marcos sin importar que lo que dijese se escucharía en los altavoces–. Era un «Te amo, Laura», no un lamento boliviano.
La licenciada Laura del Pozo está tan sonrojada no por el piropo del alumno, sino porque ya tiene los achaques de la menopausia. A veces le dan sofocaciones que se juntan con asuntos inesperados como este. Ya no le caben más ojeras en el rostro cansado que tiene ojeras dentro las ojeras. Es un manojo de llanto en silencio que se advierte en sus ojos. ¿Cómo llorar si no es en el himno nacional? Ahí los lamentos se fundirían y pasarían desapercibidos. Ella suspira en el ambiente:
–Debe ser Antonio y sus locuras…
Un conseje que estaba cerca de la profesora alcanza a escuchar el nombre de Antonio y salta despavorido hacia donde se emite el himno todos los lunes por la mañana.
–¡Antonio y sus locuras –exclama el conserje–! ¡Antonio y una mano que le rompe el rostro! ¡Antonio y su camiseta ensangrentada!
La profesora Laura sabía que no le era indiferente al conserje que parecía que todo le daba asco: los niños sucios, las aulas sucias, los pasillos sucios. Es tan irónico como otras cosas en la escuela. Ahí va el conserje con el grito de guerra en la garganta para salvar a su amada de un mocoso. Antonio y Marcos han escuchado los gritos del conserje. Se sobresaltan, no saben qué hacer con el micrófono ni con sus vidas, y comentan entre ellos:
–Grita su nombre –dice Antonio– para causar confusión.
Marcos lo queda viendo atónito, pensando que el amor a su compañero de clases, a su sabandija de confianza, a su compinche de malos amores, era sincero como la pobre bandera en manos del abanderado. Todos saben que el gordo con gafas de culo de botella que funge de abanderado le pega a su abuelita cuando no le da dinero para comprar las láminas educativas en el bazar para ser el primero en la clase. Es que esa ansia febril por ser el primero menoscaba la idea de ser cada día mejores, mejores que nosotros mismos, no mejores que los otros.
–¡Te amo Laura –grita Marcos por el micrófono y salen en estampida–!
La profesora Laura reconoce la voz de Marcos y sólo sonríe. Cuando los chicos se enamoran no piensan en otra cosa que no sea en eso. Antonio piensa en eso y también piensa que el conviviente de la profesora Laura la maltrata. Es un albañil con mal aspecto, ojos rasgados, cara rasgada, brazos rasgados por el rudimentario trabajo y una camisa tan sucia que pareciera la única los lunes cuando la acompaña hasta la puerta de la entrada. Las sospechas de Antonio surgen el día en que la profesora Laura vino con un morado en el pómulo argumentando que estaba en clases de boxeo. Antonio sabe que la profesora es tan floja que no hace el mínimo esfuerzo físico. Sabe que vive a pocas cuadras del colegio y sin embargo toma un bus que la deja en frente. Antonio cree que la profesora se podría ir a vivir con él y la mamá, que veinte años de diferencia no son nada. Antonio mismo tiene casi veinte años y cree que sin la profesora no ha vivido nada. Luego se pregunta en voz alta:
–¿Y si la profesora Laura lo que quiere es –se dice especulando– un obrero; un albañil con la mano tosca que sepa acariciar en momentos donde pide la taza de azúcar en la mesa, una mano tosca que sepa acariciar cuando hace calor pero frío en el alma, una mano tosca que sepa acariciar a un animal de la calle delante de ella para simular que es una persona altruista?
Antonio pone sus manos en el piso y mira a Marcos diciendo:
–Cárgame a modo de carretilla, cabroncito. Nos vamos de acá.
Marcos levanta del piso las piernas de Antonio y salen a toda carrera por el pasillo donde los espera el conserje enamorado.
FIN

miércoles, 25 de junio de 2014

Andrés Villalba Becdach II

Lo caótico nos envuelve desde los primeras páginas de este último libro de Andrés Villalba Becdach, cuando –con una bofetada a nuestra quietud confortable– el poeta nos declara: “La vida es una canción de Madona cantada por Stephen Hawkings”. Salimos entonces desesperados a buscar entre los escombros de la poesía, que usa el lenguaje como artefacto.

Deseo, recuerdos, de las sillas vacías de sus abuelos, la pérdida de su tío Gato, alcohol y sexo, chuchaquis, coloquialismo quiteño. Todo esto se respira en este poemario. Se vive en el deseo, y como nos dice Shopenhauer: cuando se desea se sufre. Villalba nos envenena con amor, grita que hay que aprender a vivir en el sufrimiento y ver lo bello que hay en ello: en el fracaso, en la luna del chiro  que “es más bella”, que “la jaula es una bella opción”, en la confortable mentira.

La contradicción es recurrente, en sus aforismos, en sus imágenes, en los parafraseos de canciones , en sus conversaciones; en sus narraciones personales: con su confesión a los 12 años para sacar 10/20 en historia en un poema, y luego –en otro– en geografía. El pesimismo irradia su esplendor y dice: “Sobre esta cresta de alacranes en llamas está tu territorio, tu corona: mi catástrofe, mi muñeco erguido: en las palabras y cosas más simples la carga de belleza se duplica.”



Imán de vergantes

Bebo el agua que brota del reflejo trizado
aprendí a querer caballos de nieve que galopan
en mi hígado
tengo que avivar y exaltar la ceniza
soy el falo y el bolsillo del verdugo
            qué cruel
                                   comparto la ceniza tonta:
no para hacerme el bacán sino por lo aquelárrico
y delirante de la situación
es bello el naugrafio de lo perdido
                                   mira cómo se va el cometa
                       el cielo es mi globo pinchado
                       era verde
qué penita
                       otra vez la infancia

tres veces en la noche
sonaron las campanas
mientras mi Infancia
recorría
tierras extrañas.
Porque todavía mi Infancia
viene a buscarme
con un golpe en las piernas
y en sus labios
una sonrisa salvaje.

Si Lamborghini supiera el terrible daño que me hizo
my only psiquiatra punk

sacudo sus fetos de perro contra las paredes
de las habitaciones del encéfalo

lo esencial es que la leche se derrame a mares
anda gil y huele la leche que está regada
he comido penes así como a ti se te ha caído el pelo
                                                                                             cuentan
si hablo de libros crecen polillas en la lengua

ahora que Cerati reposa por el tristísimo accidente
cerebrovascular isquémico es que pienso como él:
el largo aullido del coma
peló cables por su adicción al sexo
                                               talento aupado por la trampa

con sed de prebístero en el templo ansiolítico
                                                                      soy mi peor amenaza
¿cuándo me dejas oler tu pupo atiborrado de periquita?
here’s a drink to your bones that this dog still
            dreams about


suicide career: mi lacerado galope académico me
niega
una catapulta
                                   un pez de oro
un pozo de petróleo
                                   una obsidiana
arde mi pozo séptico
                                   olvídate del otoño y las cruces
me conformo con las crisálidas en la galaxia
del pensamiento: sosegada incandescencia

con tanto extranjero dentro mío –hippies mugrientos
con ácaros– la enajencación progresiva
acuso de ignorancia atrevida: soy un bastión de
            derechos extraviados
me oprime la turbulencia del rostro en la memoria
gemidos que son gotas estalactitas leopardo quirópteros
en el techo del triste recuerdo de nuestra madriguera

exceso de estrujamiento: crecen canas de lo que pudo ser
seducirte es más difícil que matar un chancho
            a cachetadas
qué locura no he dejado de pensarte e invocar
            nuestro camal

recordé el bello poema de Sigüenza que te envié
después de nuestro primer revolcón
lo torcido siempre es diáfano
antes era fácil decir qué lejos qué asfalto
qué borrachera tan maravillosa:

Caballos

Las patas de los caballos
dan vueltas y vueltas
sobre el lodazal de la molienda
vueltas y vueltas
como en mi cabeza
tu ausencia

ha pasado el tiempo y la turbulencia se seca:
circunspecto el chapoteo de los caballos en el lodazal
secas ajadas y agrias
las fumetizas estelares y las sábanas perversas
explosivo mojado laxitud que seca el veneno alacrán
del templo del miembro: puro llanto

qué manera de huevear
he perdido la potestad del cuerpo y territorio once again
paz en los húmeros paisajes
                                                          qué abombe
la magnolia carcelaria de la alerta roja del deseo
confío en la andanada del quebranto
una oruga entre los dientes:
                                               tu sexo
fiera oruga
esto no es vida no es vida no es vida: canalillo la vida
me abrazo a ti como eal descarrío cigüeñal del
            mundo

extravío en la fascinación ruin de la carnicería
            temporal que me obnubila
hablo de pintar un cuadrito con las cenizas del
            del padre de Kafka
la perseverancia es el recurso de los insulsos
la desidia es el cordoncito para amarrar la boca
            del muerto
acá el motor está fallando: el lumbago que me tiene hasta
las cachas
pura acupuntura pero no tengo para pagar el médico
las facturas no tienen piedad

sorry something went wrong
we’re working on getting this fixed as soon as we can


con la vergüenza en el bolsillo y con la maldad solo
puedo dar míseros toques
–dame tu mail para poder ser amigos de facebook
y darte toques a morir–

la ofrenda de mis morados y marmóreos huevos de
avestruz
queda la deshilachada y el entuerto que soy ahora
                                                                      esto que hace de mis tripas
horcas impías
pavura es la bandera
soy un estropajo que busca
simepares finalines hidratantes
laceraciones de otro lanzamiento que fue un embauque
ensarte y cruz roja

embarque de botellas del naufragio pusilánime
no dejan amortiguar la espera uno llega y ya está viejito
el alba es más que un cuartel
duele el alambrado del día cuando pierdo las sandalias
tengo el mismo clavo con el que se cayó para siempre
mi tío Gato en el baño de la Carvajal
a diario el diáfano smog para los mirlos del corazón

eran otros tiempos se decían cosas bacanes:

me dicen maricón porque me acosté con tu mujer
que tiene cara de hombre

cormoranes que son ratas en litigio en la hondanada
cruel el cuerpo
es la espina de plata en el desierto del colchón
tengo tumores y protuberancias con nombre y apellido
abscesos parlantes
mi vida fue un bello circo de animales lisiados: sus huesos son mis muletas

qué capacidad única que tengo para atraer vergajos:
imán a ultranza
                       política irrestricta.

(De Soterramiento, de 2014)

viernes, 6 de junio de 2014

Agustín Guambo

El poeta quiteño Agustín Guambo comparte varios poemas, que estamos seguros que los leeremos junto a otros en forma de libro.


.iii.

caminábamos por el barrio chino de Lima El firmamento era una larga escama quebrándose sobre nuestras sombras cetáceos waskas aullaban sobre una ciudad prehistórica [peces negros naciéndole de los ojos] -you make me feel like a wild thing- Dije has pensado en el tawantinsuyu [el sol limpiaba el rostro a una larga avenida donde rotas personas transitaban] reíste cuanto te comente sobre si has considerado esas innumerables parejas de amantes haciendo el amor en secreto (la tribu escuchaba hablar al taita, mientras este consultaba el oráculo de coca, de como seres hechos de roca y pigmentos desconocidos atacarían nuestros alientos hasta volverlos hierba amarillenta) de su sudor bajo una luna joven y subacuática de cuántos orgasmos se quedarían adheridos a los árboles de cuánto semen se hundiría en los ríos que hoy alimentan la vía láctea en ese reino de rojo hielo donde no había moteles ni rincones oscuros y lo prohibido habitaba en toda la tierra Así franqueaba la noche -siglo XXII- el café se enfriaba el sexo iba floreciendo como nubes anunciando la tempestad y nosotros imaginábamos con qué frecuencia en el tawantinsuyu (mientras ballenas vomitaban almas tristes sobre cardumen hambriento) los amantes inventaban nuevos amaneceres sobre sus espaldas -you make me feel like a wild thing- Con qué frecuencia la espuma del mar emergía de sus ingles y se abatía sobre ciegas aves -you make me feel like a wild thing- La ciudad se iluminaba la veíamos eclosionar desde el cerro san cristóbal ella decía por cada cinco focos uno le pertenece a una pareja de amantes no como aquellos que pernoctan en tu país que parecen un mar a punto de sangrar sino amantes de verdad llenos de sed llenos de lluvia -sonreíamos- la ciudad resucitaba como aquel ángel al que dios le ha dado una nueva condena  -you make me feel like a wild thing- y Lima nos comenzó a doler Nos dolió como aquella costra que uno se gana en la niñez Nos dolió Lima y su cielo Lima y su mar canino Lima y su aire oscilantemente gris y nos abrazamos [luz y sonido congestionándose en los poros] esperando este u otro reino… Lima you make me feel like a wild thing

.iii.

la noche crece como un tumor  -sonríe rojo en las entrañas de la ciudad- mis manos se hunden en tu sangre en busca de mi sangre la ceniza corre por el desierto que sembraste en mis dedos no eras nada entre sus dientes la ceniza es un rinoceronte que lame los otoños de sus labios el sonido de nuestros cuerpos que brotando de nuestros capilares penden bajo helechos de viejas estrellas ¡Ahí está la ciudad de mis padres! ¡Ahí agonizan los mismos como ofrendas al polvo! Nadie me rescatará [De este perro solo las pulgas se acuerdan] !Ahí la ciudad¡ Ahí donde duerme ese lago de aceite los líquenes se agrietan en medio de los cráneos gritando mí nombre Es hermoso ver la nostalgia de los árboles crecer Es hermoso no entender el lenguaje de los árboles que enreda a vivos y muertos (camino a jirón quilca en busca de varios instrumentos para la memoria pronunciaste el salmo del abandono y construiste un barco sobre el tiempo) ash shall be thy name
alucinación de aves llanto joven en el espejo de los ángeles así ame tu ciudad de párpados quejumbrosos y heladas costillas rotas en medio del cual crecen centenares de ebrios que no conocen el mar y les revelé mis manos que no conocen tus pesadillas y lloraron conmigo en tanto que veíamos el hospicio derrumbándose bajo el sol de mediodía y gritábamos aún somos jóvenes aún podemos conseguir más locura más desesperación más llanto hervía el cielo [la ceniza será tu nombre] y nosotros buscando gaviotas de barro un pedazo de lagrima que nos entierre los nervios y recordamos el mar que un día nos brindó su laberinto eterno pero ya era tarde debíamos volver cada uno a la ceniza del otro cada uno a su propia sangre 
ash shall be thy name
ash shall be thy name No la verdad no conocía los caballos un día ella los trajo en medio del cuenco de sus manos posándolos frente a mis pies los nombró -dijo estos son los hijos del viento cuídate de ellos y de sus sombras olvídate de las aves de los árboles estos son los hijos del viento (jirón quilca quedó atrás derritiéndose  mientras caminábamos a jesús maría nombraste las estrellas que asumirían tu color y tu música te arraigaste en la armonía del polvo) acaricie sus lomos crispados y verdes -ella sonreía y miraba la tormenta silenciosa e inmutable- le dije puedo conservar alguno y ella los acercó a su lengua y los volvió arena que hundió en sus labios ash shall be thy name
Imagina la noche crecer en tu ombligo -Yo bebo de él- Imagina La noche crecer en tu ombligo -Yo habito en él- Imagina la noche crecer en tu ombligo 
Me da miedo mi propia sombra 
[Un perro corre] Una bala se ahoga en la saliva de la noche Mutarás en tu propia soledad después de que entiendas que las estrellas son las últimas vertebras que se pudren de la columna de dios Yo soy la noche que crece debajo de la profecía De los gritos y vengo 
a ti
 ash shall be thy name (siglloXIII, esperemos que Lima y Quito sigan de pie 
(los escombros formarían un bello ingapirka/machupicchu moderno) y que aún se hable de las mandrágoras y del olor a sucio de sus habitantes cuando adquirían el vicio del amor) no tuvimos suficiente suerte esta noche beiby navega tu sangre en mi lengua el calor de la noche crece dentro de mis pupilas allá va ella sentada en la última fila del bus que condena al otro al destierro en su propia piel no tuvimos suerte esta noche beiby no digamos buenas noches 
el desierto habita en mí –¿lo sabes? 
los coyotes son mi sangre -¡lo sabes!- 
el marfil del cosmos quemándose en silencio…
 …  ash shall be thy name

lunes, 26 de mayo de 2014

Marcos Rivadeneira (2014)

En este libro el poeta Rivadeneira retrata el vivir y el morir en un mismo cajón, donde hacen una simbiosis perfecta sin la angustia acostumbrada; conviven en calma aunque aclara que "se huye de la muerte toda la vida". Es una carrera donde siempre se llega a la meta, y por lo tanto, la muerte no es más que la apertura a una nueva vida, son dos hermanos que danzan y cantan, con la esencia del mito egipcio de Osiris y Seth.

Permanece la vida en la muerte, permanece la muerte en la vida. Y "los olores del cacao prometen vida más allá / […] para que ellos carguen en su hombro / el tatuaje de nuestros nombres".


había música en el fondo,
siempre alguien se desgañita intentando a Silvio.
se huye de la muerte toda la vida 
para llegar a ella con los ultimos esfuerzos
y a la carrera.


¿te gusta la música?

yo siempre esperé tu canto
esa canción que tanto me gusta,
esa, del Polaco Goyeneche
que tú mismo me enseñaste,
por eso cuando vino Lucrecia
vestida de una puta maravillosa
y cantó tu canción,
(sólo yo lo sabía)
me enamoré de ella.
no con ese amor
tan común en la gente,
sino con el musical
que ningún fruto llega a discernir.
ese, como el corazón de una pera,
con semillas danzando alrededor de un motivo.

*

¿dónde se guarda el amor
sino en corazones ajenos?

y vamos repartiéndonos entre los otros
para encontrarnos con que somos
lo que hemos hecho
de los otros.

así seremos.

subimos río arriba buscando el origen
sendero de agua con ripio de vegetación profusa, azul de tanto verde,
después el silencio.

*

entonces podremos cargar el cadáver

del amor amortajado
con girones de banderas.
féretro iluminado
en la espalda del moribundo
cargando las herencias
de los cuerpos legendarios.

cuando le muerto se convierte en desesperanza,
se estrellan las ramas de los árboles
contra el céfiro,
y en decidido afán de abandono,
las hojas se fugan
en los matrimonios disueltos.

*


Hermano Sol, Hermana Muerte (2014)

lunes, 7 de abril de 2014

Ernesto Carrión II

La Novela de Dios se centra en la pareja de Frida Kalho y Diego Rivera desde un lenguaje filosófico-poético utilizando el neobarroco con tono científico: "Él ha querido escribir un libro donde Dios pertenezca a la desintegración molecular, al mismo tiempo que al amor y a su vacío". Exalta el todo en la nada, la búsqueda del amor en aquello que es visto como una "desintegración molecular", el vacío. Cuestiona para dejar ver la oscuridad desde el oficio del novelista, que lo define como "No-velista". La realidad no es más que causalidad y Carrión escribe sin reservas que su obra fue hecha gracias a los libros que leyó, a su experiencia con su gente, a toda la tristeza, despojando del libro su nombre.


[IV]
Sexo, preso, asesto, meto, incendio, ofrezco, violo, acaparo, reparo, tomo, destruyo y devuelvo, escupo todo mi miembro dentro del hueso de la vida muerta. ¿Vas a decir que esto no soy yo gritando? ¿Que escribes tú mis palabras? ¿Que organizas mi diálogo con todo el reciclado de un pésimo documental y mi diario privado? Frida, risa, tiza, brisa, ceniza y remodelación. Frida, friso, rizo, atisbo, pérdida y fascinación. Vuelvo de un cavernario que sin valor vuelve a la tierra atando mis caderas. Mi Dios es la majadería entre el colmillo y el niño Mi Dios son estos celos; y mi Dios es celoso.
A cada quien su porción de fantasma con sus manitas gordas como dos elefantes esperando bajo una tormenta. ¿Y esto soy yo gritando? Y esto soy yo gritando. Y esto soy yo gritando: lápiz, papel, tijera, goma, cerro, canción, montón, oración, botón, muerte, muerte, muerte, mencióname como si una terrible oscuridad cayera sobre mí al decir tu nombre: muerte. Quítame este dolor: oveja del sexo opuesto ábrete entera, magulla mi pensamiento, mi pedazo de mejilla en tu rojo mango. Yo tengo la piel caliente y los orificios abotonados para que nadie me penetre y se se robe mi cuerpo. La gran cicatriz que soy como una enorme vagina echada sobre la cama sin cortarme el pelo.
"Frida" –dice el viento pero yo no respondo.
Soy una cicatriz echada sobre la cama.
El mundo en llamas.
"Frida" –me dice el coro de los ángeles que son los tallos desnudos de los montones vacíos, pero yo no respondo.
Soy una cicatriz echada sobre la cama.
El mundo en llamas.
"Frida" –me dice el agujero negro del tiempo, su cuerpo elástico encima de las ondas magnéticas, pero yo no respondo.
Soy una cicatriz echada sobre la cama.
El mundo en llamas.
"Diego" –me dicen– como llamándome a mí misma a través de mi muerte y entonces sí respondo. Digo: "mándenme  lo que sea que aquí habita el suicidio y el amor arcano". "Diego" –me gritan más fuerte– y la cicatriz que soy se tuerce en mil flores.
Tengo su verga en mi mano
(ápoles
salvajes)
manzanas de cualquier lado,
y chilla como un pez el narrador de este libro que escondía su sonido entre los orificios de las luces como una flauta de palo. Diego si pinta a Dios se pinta a él mismo. Y esa virilidad es carnicera. Y esa totalidad es apostólica.
Y más allá el futuro abre su pico hermoso.
Cuenta el narrador –Dios y Diego fundidos– que el mundo es siempre joven:
La galaxia es una extensión de la pretensión del amor de hacernos uno. Verde que te quiero Lorca. Y esa virilidad espacial (abrigo de todas las razas, cielo de todas las hembras, fanal de todos los machos) raja los tiempos. Sin embargo el mundo es siempre joven. El mundo siempre será joven mientras gente joven está asumiendo los roles participativos de la vida. El control de la sociedad. Las plazas de trabajo. Arrastrando consigo mismo la cabeza de la tiranía hasta los labios rojos de la pubertad hiriente. El mundo no envejece, solo sacude su cabello perverso sobre el hombro de los que pasamos sin sentirlo. El mundo no envejece: se arrastra, salva vidas, hiere en lo más hondo, asalta enormes bancos de conciencias. El mundo no envejece.
soy húmeda vela en llamas contra la osadía.

Londres, 12 de agosto de 1943

Querido Thomas Stearns:

Hay una sobredosis de aves en una tarde muerta sobre tu cabeza blanca atornillada a su bulto. La interrogación es una verdad en sí misma. Ella te dice:
Yo soy una verdad en mí misma.
Yo, la interrogación, ya soy una verdad sin respuesta.
El que interroga encuentra un mundo de posibilidades. Y el que interroga el mundo se vuelve un hacedor de posibilidades ardiendo. Querida posibilidad, querida muerte, el bulto de nuestra vida desmayado entre sombras vive buscando.
La pregunta no es nacía es inquisitiva.
La pregunta no es necia es inquisitiva.
La pregunta –repito– es inquisitiva.
Querida posibilidad, tenemos miedo.
Un frívolo descubre que estaba despedazado. Que en el lenguaje sólo hay imágenes en movimiento. Este frívolo busca coserse. Es Frívolo, es puro hierro y pura habladuría. Frívolo no existe. Frívolo es frívolo porque ya pasó muchos años, detrás de las palabras, esperando la fama.
Ay de la poesía que en la Nada nada.
Yo, la interrogación, soy una mentira en mí misma.
Ay de la poesía que encierra en sí misma su verdad absoluta:
Nadie hay en el fondo de las palabras. Nada ahí en el fondo de las palabras.

Siempre tuyo,
El Átomo de Cesio

(De Novela de Dios, 2013)


lunes, 24 de marzo de 2014

Iván Carvajal

El poeta Javier Ponce Cevallos –actual ministro de agricultura– describe el 28 de diciembre de 1997, en Diario Hoy, a "Inventando a Lennon", de Iván Carvajal, la "belleza única" en sus versos. El hermetismo, la narrativa fragmentaria, la teatralización del mundo "sobre un espejo sin fondo", lo que a veces parece indescifrable motiva al lector a interpretar, a encontrar las conexiones entre las palabras.
El aire, el perfume, el barro, están presentes en los poemas como el soplo poético que yace en sus fauces, con un amalgamado conjunto de imágenes dislocadas. Su ánimo de desentrañar el homicidio de Jhon Lennon lo lleva a cuestionarse sobre lo efímero del ser: "… Yesca el espíritu,/ ¿y el cuerpo, algo más que estopa?", un último estertor: "¿Quién pone sus labios tan cerca de mi rostro y/ murmura una canción de cuna?".
Carvajal busca desentrañar lo fatídico a través de la poesía: "¡Ah, la poesía y el crimen, disputándose a/ dentelladas la vibrante cuerda de la existencia!".


LO SECRETO
¿Y cuánto se ha dejado caer
entre las lozas y los tiestos?

Secreto te destinan los dioses parcos.

Pan de azafrán,
prestas aguas de aljibe,
la gracia entre los dientes

Cifras, registros, resguardos.
¿Quién sino aquel que busca su riesgo en el oráculo,
en el balbucean gemido y entre grietas,
puede agacharse tan abajo, detrás del matorral,
por una llave perdida, una moneda?

POR LA CAÑA AÚLLA EL VIENTO
¿Hubo otro universo así, tan a la mano? Un universo 
coagulado en un trozo de pan, en el tibio
mordisco dado en la fruta.

Aguas en remolino golpean las cuerdas.
Golpean con su señal sobre la madera vibrante
el huracán, la desdicha, el furor. Golpean las
otras brisas que llegan de muy adentro. Desde
las praderas y el páramo.

Traen sus ruidos la catarata, el desplome de los
troncos trabados en el dique de los castores, el
hermoso aullido de las salvajes bestias. Festín,
fortaleza, celo, dentellada, degüello. Dichoso
es el grito de la hembra en el lince, penetrada.
Inútil, fatídico el chillido del ratón entre las garras
del búho.

La noche: aroma de hierba, de cebo, de lecho.

Por la caña aúlla el viento. Golpea la lluvia sobre el
polvo. Golpean los dedos sobre la piel del timbal.
Bebo hasta la embriaguez este aire, esta miel.
Este cáliz.

NUDOS
Tomé cuanto estuvo a mano.
Ni temor ni temblor.

Al cabo de la empresa
puedo exclamar, maravillado:
corto los nudos gordianos,
no los desato.
Y el nudo se rehace.

¿De qué otra manera podría detener
este enloquecido remolino en que todo se mezcla?
Hay huecos negros, blancos, demasiado blancos.

Y aquí salto,
desde una silla,
Desde un balcón,
desde la cresta de la roca al filo de los Andes.

Tal vez reaparezca en un punto distante,
como si Gulliver, perseguido por sus enanos,
danzara en los espacios de una cinta de Moebius.

¿Dónde vuelve a resonar la música de la sílaba?
¿Dónde tintinea la campana? El arco tenso,

¿en qué recodo vibra?...

(De Inventando a Lennon, 1997)

lunes, 10 de febrero de 2014

Andrés Villalba Becdach

El poeta recuerda a su abuelo cuando disfrazaba de títere lo que quedó de su pierna, para divertirlo, luego de un accidente (su muñón). Desde este punto radica gran parte del tratamiento de las múltiples imágenes. Recorremos la ciudad y la jerga de Quito, con un sinfín de juegos fonéticos, con ironía pesimista, sexo, frases de canciones y demás retazos de versos. Con gran imaginación, en Muñones, Villalba forma una poesía barroca que excede la escritura automática porque los aforismos están conectados a la Idea. Condena su ser en su propia búsqueda constante: “el que se orina sobre sí mismo deja un torrente de algas”, busca un nacimiento detrás de la propia muerta: “el canibalismo existe en nuestras pulgas”, la angustia lo lleva desentrañarse: “ya no puedo fumar mis máscaras”.


HAZ CLICK
Acarismo bellísimo y ultramega vip, ¿cuántas natas nos ensucian? Sinceridades cinerarias, alucinaciones de otoño. Soy la rata que se come el árbol áureo de tu jardín. El vacío sin hálito se cristaliza cuando abres la puerta: ojalá la llave se oxide en la chapa, como mi cohete en tu chepita. Reticencia. Vuelve a encender los alógenos del camal de mi cuarto. Hay un río de brea que galopa con monedas que tienen la impronta de nuestros rostros: la turbulencia existe en un plato guardado de chifa. Soy mi templo en ruinas, rodeado de mazorcas curtes, soy la envidia de muchos hombres. ¿Cuántas veces he salido llorando de tu casa?, pero hay flamencos que decoran nuestras fotos, déjame besar tu cuerpo muerto y lamer tus heridas. Soy el magnate que propicia tus tsunamis. Tus ojos son mi tragaluz carcelero: refugio para enfermos. Diprogenta, ampibex, megacilina para dopar con ilusión la melancolía. La única alquimia posible es la palabra con el peso de sus metales en el radiante silabeo. Deja de chupar alcohol con metanol te ruego, ese orgasmo es de la cerda y no tuya: ma non tropo. Cizaña y descuartizamiento verbal de esas zorras aún con los dientes de leche –doble acepción–, que hablan mal del verdugo que se está cogiendo a sus amigas, madres, tías o hermanas: pajita reseca. Yo me encargué de hundirme con este desenfreno ampuloso y turbulento que he ido haciendo de mí, me salvan mi hijo y hermano cuando acarician mi barba. Resulta que uno es bróder de cuadril de media ciudad y me follé a tu novia muerta, dice un cuate. ¿Qué se hace cuando las hembrillas a las que no se puede estrujar contraen las anguilas de su músculo sublime? ¿Cuántos barcos piratas en los rayos x de las manchas de la sábana? Metafísica de los burdeles, la demencia como designio: para no ser un recuerdo hay que ser un re-loco. Pinche rojo tan puro y sincero, tan alocado y lleno de vida, ¡cómo se va a suicidar! Son goterones sórdidos trastocados en agujas que hacen que el cráneo arda, mi triunfo visual es cuando atisbo el momento en el que huye la lagartija: mi madre es un sueño de chacales. Si tu pene mide menos de 24 cm entonces haz click aquí giga pene. Estas ramas que sale de la hoja son crueles ideas de nadie. El abrazo de maradona y messi miente más que el del liliputiense prostíbulo de bolívar y rocafuerte. Energía febril de mi eslabón en tu cama, bocanada de tristeza en todas nuestras copas. Siempre habrá alguien que se lamente por las aguas del sol siempre habrá alguien a quién maltratar cuando es inocente. Lágrimas, sexo y asma cuando me abusas menándote in extremis, deja de sufrir por mis borracheras, la feromona alcohólica extraña mi dermis. Recojo cadáveres detrás del espejo, perrita, qué linda la rosa que crece en mi mano y tu ano. Bebo tu caldo de manguera. Velas en el agua las lunas de tu enagua. Tush querido, no he sabido nada de ti, ¿con el tiempo se diluyen los bechos inmortales? Quisiera verte: campanita. Hay abejas que circundan la carcajada del recién muerto, halcones que atraviesan el pensamiento y dejan sus huevos para que otra víbora los coma. Las orugas en el pensamiento crecen como las orquídeas del sepulcro. Somos el delirio postergado de nuestros muertos, el despojo en su azogue. Conviene fumar los cristales del diablo, sus iridisencias. No llores, no lo hagas te lo pido por los ángeles que retozan en tu calzón. Janis Joplin hacía el amor con 25000 personas y regresaba sola a casa, yo llegué ma 300 pero regresé con cinco. En las medias sucias siempre hay billetes, me evaporo con mi humo. No quiero ser kamikaze, papá.

MENTAS BUDISTAS II
El beso pajero que vela por mí: estés donde estés no vayas a violar a mis mulas. La demencia es el target: tu carne tu carne tu carne Solo: su llamada está siendo transferida al buzón de mensajes Un librito de rockwell alegra la vista: esto no puede ser pero es pura alergia Lágrimas de thomsom mi hijo por su bronca extracurricular con el profesor de taekwondo El mareo: la salvaje e indomable soledad 2010 2011 ceñido a una lágrima de plata No se aburren de la pirotecnia Esta ciudad merece las bombas que los chinos desperdician Tautología en todos los husos que descuartizan las hilachas de la malograda palabra El carbón del año amarrado con pillín incandescente a los últimos diez segundos de la canción El peligro en la vela que dejaste: siempre hay alguien no faltan los cabrones Las cartas como murciélagos en el abandono más abrupto: tu zarpazo no escinde lo rimbombante de este perpetuo ronquido: qué vivan vivan vivan mis enfermedades mis enfermeritas arrabaleras: mi teléfono no es territorio de putas I rather be loneley but be happy with somebody else Yo quiero ser tu niña bonita El tristísimo estruendo del corpiño en la almohada Tú me haces un vergajín desgraciado ¿te acuerdas? Pudor en la pirotecnia que rebuzna que tremula tremola tremenda teresa ¿cómo te llamabas? te decían patas de burra después de una cogedera lapdidaria de tres horas Me cabrean full me corro el sementerio que queda mecorro resulté no hay jabón para rastrillarse las natitas Saltamontes en los dientes de la foto de marosa di giorgio edición adriana hidalgo Tíñer en las fotos teclas pelo y barba tíñer: un escalapelo ¿Pinamar está en canoa? Influenza Ausente sin naiden nadies nadie niente 0 polito 0 a quién dar un abrazo Hola cabrón llegaron las tildes en las fotos de esa y esa y esa otra y otra pindonga Me acaricio This pain is a pleasure creo que estoy fumándome a mí mismo en la buhardilla de cioran qué osado soy digo un huracán es el traspapeleo que advierto a través de la ventana que da al escritorio del hombre Uno se mete a escribir porque es el chico nada porque vale tres tiras de verga porque afuera lo cascan porque su mentet vuela bajo y nunca será otro cioran El único poema verdadero es el rostro de cioran Asceta El paisajeo es un cuaderno lleno de líneas tachadas: blanco blanco blanco Las bagatelas del futuro son pianos donde niños se arriman a llorar Calaveras en las sábanas por manchar Run run away con la cabeza como un chicle en el zapato Hay que aprender a arrastrarse y correr con la jeta de los animales de todo el continente En una sucia avenida paceña encuentro los zapatos que usé cuando niño: duelen las caries del olvido los sórdidos relámpagos de la imaginación El caballo por los caballos del caballo del yermo: la sed soy yo Hablo del smog najo tus aguas pastillas y traición sin poder volatizar las aristas que me corroen:  son tus yeguas que se pasean por la ciudad Muero de tanto resucitar y peor ahora con tos y conjuntivitis cuando en el estímulo de dopamina relacionada con la sustancia zen hay bosques y hondanadas Miedo en el cañería oxidada de una neurona Las cebras de la neurotransmisión: el tejido nervioso es la baba de un hipopótamo cuando bosteza Sólo recuerdo regresar virgen de la habana y del df Qué estúpido Las letras vuelven a esparcirse en el papel hasta ser un arsenal de ceniza Sopla: es tuya la palabra.

DEL CIMBREO

Las palabras me hacen llorar con su acarreo de locura, placer, inmutación, hartazgo. El lenguaje es cromosomáticamente delirante. No se trata de escribir con el pene: laureles los del ano. ¿Soy el animal de mármol en tu plexo ebúrneo? Develar los defectos es escencial: soy mi único aliento, mi único cliente, nunca más un ojo es un ojo en tush tetash. Suben alcoholizados las escaleras del seseribó los pintores después de una triste verbena: el cojito y el tuerto, se apuntalan: sus fusiles no reemplazan el arco primogénito de sus venas. Sólo la pintura no necesita mediadores. El mundo es una mariposa disecada, carroña de hormigas en el hígado, un badajo tonto en el cerebro. Un cementerio de volcanes como relojes de musgo el cerebro. Me enamoré de tus heridas, aún sueño en el ojo del toro, indúltame te ruego. Los ecuatorianos leemos el atraso en los ojos de las ratas. Duele este sudor de insectos que vuelan con mis alas. No me odias papá, no puedo verte: la niebla de la infancia es un alambre de púas. No sería justo el mismo error y oír de lejos cuando tomás toca la melódica. Arde la tinta en la punta del dedo, rebota el escozor como la infinita lucha con la reverberación de la página en blanco, un ardor armónico, agudo, fresco y punzante como la estalactita del recuerdo. Hablo de mis diplomas del quinto puesto. Ven para hacerte sudar con mi nutria en tu bemba y desplumar las palomas del tejido nervioso. Convendría suicidarse anes de volver a jugar como antes. Una  mantarraya e bruma beza con su veneno mi boca: es un boomerang el cimbreo delirante del yugo del lenguaje. No supero la supuración de tanta pérdida. Lamento esta letanía impúdica de mutismo: pesadilla de ángeles que detonan en la cúpula más alta de tu catedral. Paisaje diabético con animales de humo. ¿Qué te metes que haces magia? No hay como nacer para dilapidar lo que no se tiene. Claudico con tu foto embarazada de veinte añitos: el mohín cuando firmabas sí. Acuérdate que te casaste de traje negro.

(De Muñones, 2011)

martes, 28 de enero de 2014

Hugo Francisco Rivella

Espinas en los ojos y siete poemas de barro es el lamento de Cristo al Padre, del hombre al Hombre, donde el sufrimiento de toda la tierra yace en un solo canto poético: "Yo soy el que va siendo a pesar de sus lágrimas." Cada verso es barro que va creando –o re-creando– el dolor del existir con toda la sed, lágrimas, sangre, roturas, espinas… "Me sangra en el costado todo el mar de la noche" dice el poeta sin reproches, para que el protagonista acate toda la voluntad del Padre.


Espinas en los ojos
II
¿Dónde estás Padre mío?

Es más ciega la noche cuando me dueles,
Padre.
El Hombre se arrodilla hasta que el hueso cala las espinas,
los dientes,
el ademán huesudo de lo que toco y canto.
¿Dónde los otros nombres que el milagro redime.
El látigo.
Su estallido en la frente y la boca de la mujer que lava al cielo en su cintura?

Me cabes en la hendija que tiene la mirada del ángel,
su rosa retorcida,
los pasos en los que el miedo aturde hasta la muerte.

VI
¿Qué padre deja al hijo con los ojos desnudos?

Esta pregunta tuerce la razón,
la luz combada de tu palabra quieta
y el milagro del pan
y los peces
y el agua
y cada espina hendiendo mi cabeza hasta volverse cuervos en mis venas.

Padre,
mira esta rotura de la tierra,
las fosas con los cuerpos que ruedan sus lamentos

y el abandono de tu no ser ni estando.

VII
Esa mujer allí.
De alfarero el intento de modelar el tiempo,
el destino de sus pechos en mí.

Desvariaba en la palabra amor mientras agonizaba,
Padre,
la niebla engaña al tiempo y el tiempo me supura.
Quiero ser lo que fui,
un Hombre con sus muelas y el polvo de su rostro,
el vino en las cantinas,
la canción en el trigo y yo amando su boca,
los ojos de María,
su pelo en el crepúsculo…

Padre,
muero como un hombre,
enamorado al fin enamorado,

muero entre lo que soy y lo que niego.

XXV
Me han uñado hasta el siglo que ronca en mis costillas,
acaso,
fui una herida de barro en la muerte del Hijo,
pero yo,
que navego en la piedra, el círculo y la ameba de la ronca madera,
digo que soy mi propia eternidad,
porque si amé la vida
porque si la he enamorado, si acaricié sus piernas.
si la amé hasta en los charcos que deja la tormenta,
si he soñado y bebido con los hombres del río,
si fui tranco y galope, si campana o estiércol

si he sido solo un verso
este siglo que ronda en mis costillas me ha de sangrar despacio.

Oración
Perdóname tierra por el pecado de ignorarlo todo,
digo tierra y los árboles sueltan flores,
semillas;
los flamencos despliegan sus alas sobre el río y los caballos sueñan
beber su
sombra líquida.
Digo tierra
y el Hombre indaga a la eternidad.
Volverá a repetir aquellas preguntas que lo niegan.

Volverá al polvo.