Segunda lectura:
Salmos del inventor de salmos
7
Me arrojaste al vientre de mi madre,
me dejaste crecer
con la tibia bebida de su pecho.
Me arrojaste a los brazos de mi padre,
me dejaste sentir
su espinada mejilla.
Me enseñaste el amor
en la estricta escuelita de sus piernas.
Ahora me reclamas
el más entero desentendimiento.
Concediste a mi amada,
concediste a mi hijo,
el olvido perpetuo de mi nombre.
Me pediste llamarlos hacia ti
pero infundiste en los hombres mi descrédito.
Me enseñaste el camino
que seguiste hacia mí,
luego me abandonaste
en el oscuro laberinto de mis pies.
Me enseñaste a cantar
y me prohibiste aprender la canción.
Me enseñaste a levantar la mano antes de hablar
y a pronunciar tu nombre
adentro y fuera de tu casa.
Ahora me impones el silencio
y nadie me enseñó a ensuciar
el blanco espacio de tu nombre.
Dulce eres Señor, Dulce eres Señora.
12
Cuando aún me amabas
lloraba a diario
pensando en estos días
abandonada a mi suerte
debo volver a la desdicha
de no estar a tu servicio
me ordenaste no pensar en ti
buscar otros amantes
ahora soy doblemente infeliz
pues te desobedezco
Tercera lectura:
El maestro
VII
El maestro caído en su torbellino:
"Cada día escribo menos palabras.
Cada día más seguido.
Cada vez más
despacio."
(Escrito en un papel muy pequeño, llena de infinitos espacios en blanco.)
Cuarta lectura:
Balada del camino
No tengo miedo de morir;
pero es que me gusta tanto tu vida.
*
No tengo camino,
volveré sobre mis pasos
hasta que me encuentres;
entonces andaremos juntos
mi camino hacia ti.
*
Me pedías que viniera hacia ti. Iba hacia ti y no llegaba. Decías que ir hacia ti era nunca llegar. Desde el principio. Hasta el final.
(De Libro del abandono, Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2010)
No hay comentarios:
Publicar un comentario