II Paisagem de Capibaribe
Entre a paisagem
o rio fluía
como uma espada de líquido espesso.
Como um cão
humilde e espesso.
Entre a paisagem
(fluía)
de homens plantados na lama;
de casas de lama
plantadas em ilhas
coaguladas na lama;
paisagem de anfíbios
de lama e lama.
Como o rio
aqueles homens
são como cães sem plumas
(um cão sem plumas
é mais
que um cão saqueado;
é mais
que um cão assassinado.
Um cão sem plumas
é quando uma árvore sem voz.
É quando de um pássaro
suas raízes no ar.
É quando a alguma coisa
roem tão fundo
até o que não tem).
O rio sabia
daqueles homens sem plumas.
Sabia
de suas barbas expostas,
de seu doloroso cabelo
de camarão e estopa.
Ele sabia também
dos grandes galpões da beira dos cais
(onde tudo
é uma imensa porta
sem portas)
escancarados
aos horizontes que cheiram a gasolina.
E sabia
da magra cidade de rolha,
onde homens ossudos,
onde pontes, sobrados ossudos
(vão todos
vestidos de brim)
secam
até sua mais funda caliça.
Mas ele conhecia melhor
os homens sem pluma.
Estes
secam
ainda mais além
de sua caliça extrema;
ainda mais além
de sua palha;
mais além
da palha de seu chapéu;
mais além
até
da camisa que não têm;
muito mais além do nome
mesmo escrito na folha
do papel mais seco.
Porque é na água do rio
que eles se perdem
(lentamente
e sem dente).
Ali se perdem
(como uma agulha não se perde).
Ali se perdem
(como um relógio não se quebra).
Ali se perdem
como um espelho não se quebra.
Ali se perdem
como se perde a água derramada:
sem o dente seco
com que de repente
num homem se rompe
o fio de homem.
Na água do rio,
lentamente,
se vão perdendo
em lama; numa lama
que pouco a pouco
também não pode falar:
que pouco a pouco
ganha os gestos defuntos
da lama;
o sangue de goma,
o olho paralítico
da lama.
Na paisagem do rio
difícil é saber
onde começa o rio;
onde a lama
começa do rio;
onde a terra
começa da lama;
onde o homem,
onde a pele
começa da lama;
onde começa o homem
naquele homem.
Difícil é saber
se aquele homem
já não está
mais aquém do homem;
mais aquém do homem
ao menos capaz de roer
os ossos do ofício;
capaz de sangrar
na praça;
capaz de gritar
se a moenda lhe mastiga o braço;
capaz
de ter a vida mastigada
e não apenas
dissolvida
(naquela água macia
que amolece seus ossos
como amoleceu as pedras).
Paisaje de Capibaribe
Entre el paisaje
el río fluía
como una espada de líquido espeso.
Como un perro
humilde y espeso.
Entre el paisaje
(fluía)
de hombres plantados en el lodo;
de casas de lodo
plantadas en islas
coaguladas en el lodo;
paisaje de anfibios
de lodo y lodo.
Como el río
aquellos hombres
son como perros sin plumas
(un perro sin plumas
es más
que un perro saqueado;
es más
que un perro asesinado.
Un perro sin plumas
es cuando un árbol queda sin voz.
Es cuando un pájaro
deja sus raíces en el aire.
Es cuando a alguna cosa
roen tan hondo
hasta lo que no tiene).
El río sabía
de aquellos hombres sin plumas.
Sabía
de sus barbas expuestas,
de su doloroso cabello
de camarón y estopa.
Sabía también
de los grandes galpones de orillas de los muebles
(donde todo
es una inmensa puerta
sin puertas)
de cara
a los horizontes que huelen a gasolina.
Y sabía
de la magra ciudad de corcho
desde hombres huesados,
donde puentes, altillos huesados
(van todos
vestidos de brin)
secan
hasta su más honda caliza.
Pero el conocía mejor
a los hombres sin pluma.
Estos
secan
aún más allá
de su paja;
más allá
hasta
de la camisa que no tienes;
mucho más allá del nombre
aún escrito en hoja
Porque es en el agua del río
que ellos se pierden
(lentamente
y sin diente)/
allí se pierden
(Como agua una aguja no se pierde).
Allí se pierden
(como un reloj no se quiebra.)
Allí se pierden
como un espejo no se quiebra.
Allí se pierden
como se pierde el agua derramada:
sin el diente seco
con que de repente
en un hombre se rompe
el hilo del hombre.
En el agua del río,
lentamente,
se van perdiendo
en lodo; en un lodo
que poco a poco
tampoco sabe hablar;
que poco a poco
gana los gestos difuntos
del lodo;
la sangre de goma,
el ojo paralítico
del lodo.
En el paisaje del río
difícil es saber
donde comienza el río;
donde el lodo
comienza del río;
donde la tierra
comienza del lodo;
donde el hombre
donde la piel
comienza del lodo;
donde comienza el hombre
en aquel hombre.
Difícil es saber
si aquel hombre
ya no está
más allá del hombre;
más allá del hombre
al menos capaz de roer
los huesos del oficio;
capaz de sangrar
en la plata;
capaz de gritar
si la molienda le mastica el brazo;
capaz
de tener la vida masticada
y no apenas
disuelta
(en aquella agua suave
que ablanda sus huesos
como ablandó las piedras).
(De Perro Sin Plumas, Leviatán, 2008)
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