jueves, 13 de septiembre de 2012

Un blues cualquiera


Por Andersson Boscan y Abel Ochoa



Un blues, quiero cantar un blues
del consuelo desconsolado
a la mala salud de hierro,
a los vivos de hambre,
a la promiscuidad del soldado,
a los precursores del yerro,
a las madres Teresas de Calcuta
a las putas que duermen en enjambres.

Quiero bailar al filo de tus sueños,
al son de la guitarra plañidera,
sacarle las espinas a estos tiempos
del mendigo y sus ojos empolvados.
Habría que vaciar las malas noches
del presidiario de la incertidumbre
al mar que desembocan los acordes.

Quiero pintar la nada
Ese absurdo rincón de nuestra alma
Donde el pasado es el prólogo del mañana
Los lienzos blancos nos aterrorizan
Y las musas nos ridiculizan.
Quiero pintar la ventana de Sábato
Y ser tu asesino bendito.

Pero sucumbe el péndulo del verso
en la lluvia de pájaros ardientes
urdiendo mis despojos solitarios,
en navíos con rumbo vagabundo,
abismos rebosados de lejía,
en desiertos de sombras de alquitrán,
en las cenizas que pudieron ser.

Corro, grito, escribo y no miro atrás

No quiero ser una estatua de sal,

Me atrapa la libertad,

Me pierdo en la certeza de mis dudas

Deambulo por las calles que pueblan el olvido

Con Paz: allá donde comienzan los finales

Errantes golondrinas, con los tiempos
aprisionados en su pico de oro,
sus huesos yacen en el pavimento
esperando el reencuentro con su nombre.
¿En qué vientre escondiste tus espejos?
¡Eclosiona tus poros de dolor!

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