jueves, 27 de diciembre de 2012

Christian Chassi E.


Quito, 1979. Poeta, narrador y crítico de cine. Editor del periódico cultural "El gran Serafín". Sus poemas y artículos de cine han sido publicados en revistas de Ecuador, México, Perú y Venezuela. "El abandonado y otros poemas" es su primer poemario.


Abandonado III

Acostúmbrate. Te vienen con parabolas,
te vienen con ungüentos. Balancean
sus relojes muertos frente a tus ojos:
olvida olvida
olvida
olvida olvida

A ti,
que sabes de sobra que lo más puro
del olvido es la memoria.
Y ya estás harto.
¿Cómo decirles
que tras aquellas sucias puertas
los amantes
se untan de aceite los cabellos?
¿Cómo hacer
para que entiendan
que de vivir la mentira
los amantes no se mienten?

Abandonado. La soledad
es la de tu propio brazo por la almohada.
Traes una semilla
de durazno en la punta del zapato 

y hiere tus ojos el envés del alba.
Y no vuelve.
Y no llama.
Abandonado VI

Abandonado.
Detente.
Es inútil huir del poema
cuando asienta
sus patas de león sobre el tejado.
Escucha:
crick-crick-crick

Abandonado.
Los notarios
compran gorras del Pato Donald
y engullen
compota de durazno
para acercarse al alma humana.
No saben que hay días
en que la luz olvida su labor piadosa
y cae sobre el hielo
y a besos
lo hace trizas.

Abandonado.
Déjate alcanzar.
Es tuyo el dolor. Cuenta la historia.

La noche su purifica en sombras
y encandila lo mismo si se la mira de frente.
Qué importa si las palabras arrastran
un río de cuchillos,
pronuncia,
di la primera. Haz como los amantes
que cierran los ojos para ver todo más claro.

Abandonado.
Cien pasos sobre el alambre
son demasiados.
Y no vuelve. Y no llama.

Caricia

Te acaricio como si tuvieras alas
y como si tuvieras nueve años.

La noche impone.
La noche que todo
lo deja descalzo.
Así las manos solo comprueban
su dibujo en blanco.

También de acordes dormida,
tu boca permite el frío en el rostro
que hace poco buscaba.
De hierro al beso
(el amor al fondo)
y afuera de hierro
y las hojas de los árboles.

Como esos viejos
que tras sus enormes telescopios
buscan hogueras
para darles nombres,
los labios del insomne
aguardan por un gesto,
como una ventana
en que descansar los brazos
y mantener altos los  hombros.

¿Es el viento
esto que nos atraviesa?

Parece que la memoria
desiste de su celeste torpe
y nos toca el pecho,
y hacemos una pausa
para inventar embustes:

"el mar,
recolector de botellas
y piratas, nos espera.
Eliges sombreros en París
o compras brújulas
en una esquina de Bagdag…"

Noviembre pide tigres,
mas recibe estas suaves gotas
que apenas si alcanzan
para refrescar un trébol,
para llover sobre un grillo.

La bruma pide tigres,
mas recibe trenes
que maniobran con los ruedas
atascadas en la hierba.
Así como tus pestañas
nos resguardan,
así exhaustas
de llevarse 
una mujer y devolverla.

Júbilo de la frente y la figura.
¡Ah, si a una pregunta
las palabras respondieran:
son las galletas
que preparó mi esposa,
los demás, entonces,
serían cosas que se dicen
para mancharlas de café
o para corregirlas mañana!

No hace mucho era la vida.
Aprietas mi mano
y vuelvo a ser el niño
que al final de las carreras
llegaba con las rodillas raspadas.

Retroceden girasoles
llevándose la luz entre los dientes,
y no hay duda:
mañana será imposible
mirar a nadie a los ojos.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Lila Downs - Paloma negra


Lila Downs es una cantante, compositora e intérprete de Oaxaca, México. Reinvindica sus raíces mexicanas interpretando su música en español e inglés y mixteco, zapoteco, maya, purépecha y náhuatl.


Ya me canso de llorar
Y no amanecer
Ya no se si maldecirte
O por ti rezar

Tengo miedo de buscarte
Y de encontrarte
Donde me aseguran tus amigos que te vas

Hay momentos en que quisiera
Mejor rajarte
Pa`rrancarme ya los clavos de mi pena
Pero mis ojos se mueren sin mirar tus ojos

Y mi cariño con la aurora te vuelve a esperar

Ya agarraste por tu cuenta
La parranda

Paloma negra
Paloma negra
Adónde, adónde andarás

Ya no juegues con mi honra
Parrandera
Si tus caricias deben ser mías
De nadie más

Y aunque te ame con locura
Ya no vuelvas

Paloma negra
Eres la reja de un penal
Quiero ser libre, vivir mi vida
Con quien yo quiera
Dios, dame fuerzas que estoy muriendo por irlo a buscar

Ya agarraste por tu cuenta
La parranda

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Presentación Ópera Prima

Los invito al evento de presentación de mi libro y de toda la colección de poesía donde constan:

Pre-Esencias de Marcelo Silva
El Designio de la Espuma de Omar Balladares
La Danza del caído de Jorge Valbuena
El Abismo de los justos de Abel Ochoa



La presentación de los libros estarán a cargo de: Carlos Garzón Noboa, Mónica Murga, Santiago Vizcaíno y Liyanis González.






Estaría muy a gusto que puedan invitar a más gente en el siguiente evento de Facebook

sábado, 10 de noviembre de 2012

Gabriel Cisneros


Escritor, comunicador social y gestor cultural. Nació en Latacunga en 1972. Ha publicado los libros: “Ceremonias de amor y otros rituales”, “Ego de piel”, “Cópula Panteísta”, entre otros.



Réquiem

Magullo tus labios,
que en el retorno del fuego
nos harán danzar.

Anuncias mi muerte;
esperas que caiga dos
      diez
      cien veces
      rendido a tu dios;
      muriendo en tu cuenco.

Después de resucitar dos
  diez
  cien veces
  tus ojos son la música
  donde coexisten
  nuestros eternos
  y contradictorios silencios.

Resaca de piel

Quiero tu sexo en agua mineral,
placer de tierra en la nostalgia que compartimos.

Quiero tres mujeres desnudas bebiendo mi soledad,
para sentirme por un segundo acompañado.

Suicidio en ti

Para dejar una huella,
            transité tu mar
            me hice alga en tus estaciones
            y maté a mis yo,
                                    sin miedo
                                                sin asco.

Simplemente maté a mis iguales
para no parecerme a quien odiabas.

Los tonos intensos 
de tus pupilas
me borraron definitivamente.

El loco

El loco solamente susurra
en tu cuerpo:
se han suicidado los poetas
de tanto miedo…

El loco solamente escribe
y termina en una amapola de sangre
cantando el viaje.

(De Mi Yo Malo, con ilustraciones de Eddie Crespo, 2012)

viernes, 9 de noviembre de 2012

José, el indigente


En el barrio de La Garzota pasan vendedores ambulantes –o deambulantes– de hayacas y humitas a las 6 de la mañana; escuchas un “¡el gas!” y le dices –Gas, deme uno. – nadie conoce el nombre del chico; afiladores de cuchillos que están a punto de colgar los guantes de su antiguo oficio, camionetas con megáfonos que vocean los precios de las frutas –nunca falta el adjetivo “jugosas” –. Cada voz es única y reconocible, como si se hubiera perfeccionado con el paso del tiempo.

José es un personaje en esta zona, y nos visita de vez en cuando. Algunas veces se le roba un guineo a Norma, la dueña de la tienda y ella sale corriendo, con su acento en la punta de la lengua, a recriminarle su fechoría; en otras ocasiones, le “baldea” el piso de afuera al veterinario de la esquina y él le paga con un dólar. Los domingos suele ir a mi casa para que le regale ropa que no uso, y yo que uso poca, le doy lo que puedo. A veces le compro algo de comida en un kiosko de hamburguesas. Prefiero darle comida a dinero, pese a que ya no fuma nada –así dice–.

Los domingos en la mañana, no pueden faltar merodeando los predicadores con paraguas y faldas largas. Un timbre sin tocar puede acarrearles el fuego eterno y nosotros padecemos sus ganas de salvarse. Están sedientos de presentarme a Dios en un libro. Creo que ya han perdido la fe conmigo porque hace tiempo que no vuelven a mi casa y ya los comienzo a extrañar. Recuerdo de repente un versículo que dice “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber…” Pasa José –“mi amigo”, como lo conocen en mi casa– por la otra acera, me hace de la mano y me grita –¡Jefe!, ¿tiene algo?– Rebusco entre el armario alguna camiseta que ya no me quede y se la doy.

Es chistoso porque yo puedo ser amigo de Dios, mientras los religiosos que operan en el sector lo buscan incensantemente todos los domingos, teniéndolo tan cerca.

Así transcurren los días, con los ladrones que asaltan a los caminantes con rumbo a tomar su bus para el trabajo; o los vecinos que nunca te devuelven el saludo; o los chamberos –no freegans– que rebuscan entre las fundas de basura, antes de que pase el camión recolector, algún pedazo de pollo en buen estado, un poco de arroz.

José sigue visitándonos, sigue robándose guineos, yo lo sigo ayudando. Y mientras Dios es un camaleón, los timbres siguen sonando.

domingo, 28 de octubre de 2012

Raúl Heraud

Poeta peruano nacido en 1970 y licenciado en psicología. Ha publicado los poemarios “Hecho de Barro” 2001 y “Respuesta para tres o cuatro” 2002, “El Arte de la Destrucción” 2006  (Premio “Hermandad Latinoamericana”, otorgado por la editorial Creadores Argentinos – Buenos Aires Argentina) y Orange Ode en el 2009.


El ilusionista

Puedo encontrar en tu piel el signo suplicante de un moribundo
cayendo desde el cielo al infierno persecutorio de tus días
recordando rostros huecos flores muertas
olvidando papeles incontables donde confundes
el significado de tu palabra insana

puedo entender el caos
el ojo vigilante
la tribu panóptica de la que te escondes a diario

el diván donde a gritos suplicas cordura
está plagado de trampas y cobayos
microchips con incisiones edípticas
tanáticas como las ideas que gobiernan tu mente

puedo verte huyendo con traje de demonio
máscara acorde con tu paranoia
con los fantasmas que cobran vida tras tus infinitos desvaríos

siempre habrán ojos delirantes delusivos
carcajadas huecas en la soledad de tus noches
pánico nocturno de luces encendidas
ilusionistas de alas rotas
conspirando contra tu loca idea de cambiar el mundo
todo concuerda dramáticamente ángel caído

grito de voces calladas
aguardan a que comience el show

Cielo sobre París

Ya ves,
yo no puedo ser el ilusionista de alas sesgadas
el Cristo sin nombre que amaste a los 18
desde el Gólgota a la Estigia
el Rimbaud que poseíste en alguna sucia habitación parisina
siempre escondiéndote tras ese traje de ángel-demonio
acto perenne que enrostra tu odio
disfrazado de dolor
dando vida al acertijo de tus interminables pesadillas
(byte sucedido en el miocardio)
controlando impulsos de muerte
digitando desde el hemisferio izquierdo
pensamientos
sensaciones
conductas
revelando voces que oímos juntos
desde el cadáver del '93
compartiendo versos desahuciados
suicidas
debajo del puente junto al río
hasta el viejo solar de los excesos
en el mismo lugar donde
me enviabas señales de auxilio
y amaba tu súcubo
hálito nihilista…
ya ves
yo no puedo ser el hombre alado que arrastras contigo
el gélido diván de concurridas muertes...

Orange Ode

Frágil Dios,
cuando la parábola del niño y su madre muerta te alcanzaron
tras esa nube psicotrópica
de sueños obsesivos
tu vida discurría sobre una especie de danza mortecina
lejana
como la destructiva música que fluye por mis venas.

Había un cielo
y un infierno también
para ocultarte de los prestidigitadores
del horror que te significó haber nacido

el cadáver gótico detrás de los cristales fue tu "ad finitum"
sombra que convirtió lo real en reverberación constante
máquina mesiánica de suicidios colectivos
art voyeur desde el otro lado del mundo
observando la antigua otredad
el grito primal del no nacido
el mar enverso donde Artaud
agoniza aún en el manicomio de los vivos:
"TODO CUANTO ACTÚA ES CRUELDAD"
y mi memoria coagulada por choques eléctricos
así lo revela
por eso nada existe
excepto la precariedad de tus sentidos
aferrados al espejo
leves y vigilantes
como tus ojos locos sobre el vacuo mundo
como tus manos abruptas y disímiles
desde la abisal orilla…

ahoa dime, Raúl

¿quién
eres
tú...?

Equilibristas II

Cercenando tu de noche de mis pupilas,
emigrando de la muerte al cierzo de estos años,
transformando la vida en lúgubre vacío…
así es como me siento
equilibrando esta frágil existencia
bajo el hebefrénico manto de la noche...


(De Orande Ode, 2009)

*

La vida muchacha es este instante mágico donde todo parece eterno, es la estetórea señal de fe que brota de tus labios, la felicidad de tus ojos mirando el mar; la vida es tu sonrisa salvándome del abismo cada vez que me haces creer que la muerte no existe.

*

No tengo a dónde ir, vivo en un mundo de sombras; aquí dejo mis huesos para que puedan darles sagrada sepultura; si alcanzan a leer estos versos sabrán que jamás encontraron salvación; he pasado tanto tiempo en cautiverio que temo abandonar esta jaula, es cómoda y a veces me tiran un hueso para hacerme feliz.

*

El árbol de la verdad escupió su fruto podrido arrojándolo a un río de sangre, expulsado del paraíso volé ciego durante mil noches hasta convertirme en una criatura del demonio, los besos de una muchacha me alejaron cada vez más de aquella fuente de vida, olvidé mi hogar, mi familia, mis ojos se convirtieron en dos celdas negras, mi alma en una piedra hueca que perdió su último vestigio de humanidad, cuando desperté dentro de aquella torre que miraba hacia el mar de las traiciones no era más que un hombre que lo había perdido todo, me arrastré por los suburbios de esta ciudad fantasma buscándome a mí mismo; hice el amor con la muerte, dormí con ella hasta que su perfume me despertó ebrio entre sus piernas; lloré serpientes, mis ojos hicieron tumbas de hombres ahorcados, en venganza prendí fuego a aquel árbol quien aulló aun después de ser incendiado; debido a mi locura los dioses me condenaron a sufrir todos los males del mundo, preso, vivo hoy bajo algún embrujo, convertido en algo menos que un mortal, lejos de toda razón.

(De Piedra elemental, 2012)

sábado, 27 de octubre de 2012

Hugo Mayo


Miguel Augusto Egas Miranda (Manta, Ecuador, 24 de noviembre de 1895 - 5 de abril de 1988) fue escritor y poeta, parte de la vanguardia literaria del Ecuador de la primera mitad del siglo XX.


Preludio de un regreso

El hombre siglo descubrió en retorno
su vieja soledad ya disecada
Hasta su voz aguda le hacía morir de ira
La marchitez de sus desnudos labios
le negaba su risa de alfarero
Intentó muchas veces su reencuentro
y abrió su corazón al horizonte
Sangraba en sus recuerdos
una puntura dejaba en su costado
El golpe de la luz le dio el norte
El temporal de su melancolía
puso a viajar en la demente lluvia,
para lavar sus día feriados
Y desnudo se escondió dentro de su sombra
¡Y observó sin quererlo,
que una obscena canción era vida!

(De El Zaguán de Aluminio, 1982)

Disco rescatado

Paraíso de la piedra y viento ausente
Trozo de risa
Vástago del fuego en la cosecha
Aire de vida y culpa de los días
Miedo de la esperanza
y del pez con tatuajes
Ya el traje de los siglos
vistiendo los misterios
Siempre el sacrificio de los mástiles
que han caído
Lejanía y funeral
de Cristo en las llamas
Un parque de desnudos
y un tronido palpitante

Mensajes de un insepulto

1
He recortado mis alas de cansancio.
¿Tendría razón para esperar
el vuelo de las mariposas?

2
Veo que el alba revienta con un
verdiazul de emociones

3
Solo el rencor me parta de la culpa
en el adulterio inesperado

4
Tal vez mañana el golpe de la
áspera pregunta se ubique en el
minuto de la duda

5
Traidora fecha en mi agonía
llegaste a destiempo

6
Testarudez de la ceniza me hace pensar
que puedo amanecer en el país del fuego

7
Pero he robado la primera sangre
del recuerdo y la última alegría
de la tiniebla

8
Cómo estuvo tan cerca
la lágrima de la enferme llovizna
y un trozo de la vida
en los rebaños de la sombra

9
Entiendo que los mares completos
brindaron al pescador
la maldición de los peces

(De Chamarasca, 1984)

Escena uno (1918-1930)
Oxidación

Partí en automóvil a Saturno
La sombra
retrocedía diagonal a la sombra
acero.
Los dos ojos durmieron
derramando miles de estrellas.
La ciudad tiene muchas narices
que estornudan por contagio
Los árboles
cuelgan brazos torcidos
que acarician mil ilusiones.
Y llevo triángulos en el cerebro
que sueñan.

El arco iris amaneció perezoso
oxidando al viento.
Me encarno en las cerraduras
de las puertas esquineras.
Los sonidos térmicos
ondulan subareamente.

(Publicado en la revista Grecia, 1918)

(Poemas tomados de Una correspondencia a la memoria, Freddy Ayala Plazarte, 2012)

jueves, 25 de octubre de 2012

Jorge Boccanera



Poeta, dramaturgo y ensayista argentino nacido en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires, en 1952.
Desde 1976, a raíz del golpe de estado en su país, vivió largo tiempo exiliado en México y Centroamérica, ejerciendo periodismo y colaborando en muchas actividades literarias . Al caer la dictadura militar se radicó nuevamente en su país, dedicándose por completo a la literatura. (http://amediavoz.com)



Obertura

Victoria,
si supieras,
que después del fagot,
en un peldaño cualquiera de la noche
un hombre con mi rostro
descansa,
de tu boca.

Casi otra balada

Vuelvo tarde a la casa
y no te traigo flores,
solamente estas manos después de la rutina
astillas de mis ojos
y una voz oxidada por gritos y tabaco.

Vuelvo tarde a la casa
y no te traigo flores,
solamente este aliento y una mala memoria
que ha olvidado los nombres de las calles
la edad de tu cintura
pagar el alquiler.

Vuelvo tarde a la casa
y no te traigo flores,
sólo un gato nocturno con pasos de borracho
lo que queda de un hombre
que hasta tu cuerpo llega por un poco de amor
por una cucharada de silencio.

Tasador de versos

Un tasador de versos,
hombre ciego el tasador de versos,
prolijamente el tasador,
pasó su lengua oscura por la superficie rugosa del poema,
soltó sus perros para que lo oliesen,
puso rostro de asombro ante la enfermedad de aquel paciente,
que tosió siete veces con síntomas extraños
como el problemática del ser intenso
en la y en los
o signos de ironía (posiblemente fiebre).
El tasador estoy diciendo
hurgando en tachos de basura con su monóculo celeste,
buscando una palabra a punto de estallar,
mirando la emoción como a un primo lejano,
y los libros en las mesas de oferta
ignorando los días, las tardes y las noches,
y esa dedicatoria con letra desgarbada: "con el mayor afecto, Bachín, julio, 60".
Perdón, estoy perdiendo el hilo.
Estaba hablando del tasador de versos.
Del tasador y su laberinto.
Del tasador y su metro patrón.
Del tasador de versos, hombre ciego.

(De Música de fagot y piernas de Victoria, 2006)

VIII

En la corteza de los árboles, grabo estos
pensamientos:
    Cuando sonríes
              se suavizan las piedras
     que me aprisionan.

XII

Todas las bocas de mi boca dan a tu selva.
Pobre del cazador, sus redes de caricias torpes, su ir
en puntas de pie sobre tus corazones dentados.

En mi cuarto sin nadie cruza tu piel forrada de noche.
Vuelvo sobre tus pasos.

A este deseo, lo he deseado.

XXXI
(El violinista Jacobo Fijman entra en el bosque)
a Daniel Calmels

De bruces, de cruces, el ambulante
se dibuja a sí mismo con carbonillas rotas.
Clavado en el pecho de un dios indiferente, arrasa
lo que pinta, come de esos despojos.

Vive de lo que quema. No hay respiro, solo
palacios de ceniza que recupera su caligrafía.
Príncipe en desamparo abomina del cuerpo.
Arguye que Dios pesa, ¿destruye sus pinturas?

Molino rojo hundido en la hojarasca, interroga
a su sombre: ¿La soledad es un Dios?
¿Tanto pesa esa nada?
El hospicio del mundo le retiró el saludo.

Carga la bolsa de los huesos por el desierto de su cuerpo.

(De Palma Real, Premio Casa de América, 2008)

domingo, 14 de octubre de 2012

Javier Acosta

Javier Acosta es Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y profesor de Teoría del Arte y de Hermenéutica en la Universidad Autónoma de Zacatecas. Coordina el taller de Poesía del Instituto Zacatecano de Cultura y codirige la revista de humanidades y literatura Retia. Además del poemario arriba mencionado, es autor de Allen, tómate una tableta de eucalipto (Praxis / Dos Filos, 1994), Melodía de la i (Ayuntamiento de Zacatecas / IZC, 2001), Cuadernillo del viento (Ediciones de Medianoche / UAZ, 2007) y Libro del abandono (Era / INBA / Instituto Cultural de Aguascalientes, 2010), con el que obtuvo el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2010, además del ensayo Schopenhauer, Nietzsche, Borges y el eterno retorno (Universidad Complutense, 2008). Tomado de http://revistaorigama.com.mx/web/noticias/item/javier-acosta


Segunda lectura:
Salmos del inventor de salmos

7
Me arrojaste al vientre de mi madre,
me dejaste crecer
con la tibia bebida de su pecho.

Me arrojaste a los brazos de mi padre,
me dejaste sentir
su espinada mejilla.

Me enseñaste el amor
en la estricta escuelita de sus piernas.
Ahora me reclamas
el más entero desentendimiento.

Concediste a mi amada,
concediste a mi hijo,
el olvido perpetuo de mi nombre.

Me pediste llamarlos hacia ti
pero infundiste en los hombres mi descrédito.

Me enseñaste el camino
que seguiste hacia mí,
luego me abandonaste
en el oscuro laberinto de mis pies.

Me enseñaste a cantar
y me prohibiste aprender la canción.

Me enseñaste a levantar la mano antes de hablar
y a pronunciar tu nombre
adentro y fuera de tu casa.
Ahora me impones el silencio

y nadie me enseñó a ensuciar
el blanco espacio de tu nombre.
Dulce eres Señor, Dulce eres Señora.

12
Cuando aún me amabas
lloraba a diario
pensando en estos días

abandonada a mi suerte
debo volver a la desdicha
de no estar a tu servicio

me ordenaste no pensar en ti
buscar otros amantes
ahora soy doblemente infeliz
pues te desobedezco

Tercera lectura:
El maestro

VII
El maestro caído en su torbellino:
"Cada día escribo menos palabras.
Cada día más seguido.
Cada vez más
despacio."

(Escrito en un papel muy pequeño, llena de infinitos espacios en blanco.)

Cuarta lectura:
Balada del camino

No tengo miedo de morir;
pero es que me gusta tanto tu vida.

*

No tengo camino,
volveré sobre mis pasos
hasta que me encuentres;
entonces andaremos juntos
mi camino hacia ti.

*

Me pedías que viniera hacia ti. Iba hacia ti y no llegaba. Decías que ir hacia ti era nunca llegar. Desde el principio. Hasta el final.


(De Libro del abandono, Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2010)

jueves, 27 de septiembre de 2012

Libro

Está en proceso de edición mi primer libro que posiblemente se llame Apócrifo. Les cuento algunos detalles para los que siguen mi labor en la poesía:

Posiblemente se publicará a finales de noviembre de este año por la editorial El Ángel, en Quito, en la colección "Ópera Prima". En ésta constan los poemarios de Jorge Valbuena con "La danza del caído", Omar Balladares Rodríguez con "El designio de la espuma" y Marcelo Gustavo Silva con "Pre-estancias". Gracias a Xavier Oquendo por toda su colaboración, a Jorge Valbuena por su prólogo, y a los dos por su amistad sincera.

Sin más que decir, me despido.
un abrazo,
abel

jueves, 13 de septiembre de 2012

Un blues cualquiera


Por Andersson Boscan y Abel Ochoa



Un blues, quiero cantar un blues
del consuelo desconsolado
a la mala salud de hierro,
a los vivos de hambre,
a la promiscuidad del soldado,
a los precursores del yerro,
a las madres Teresas de Calcuta
a las putas que duermen en enjambres.

Quiero bailar al filo de tus sueños,
al son de la guitarra plañidera,
sacarle las espinas a estos tiempos
del mendigo y sus ojos empolvados.
Habría que vaciar las malas noches
del presidiario de la incertidumbre
al mar que desembocan los acordes.

Quiero pintar la nada
Ese absurdo rincón de nuestra alma
Donde el pasado es el prólogo del mañana
Los lienzos blancos nos aterrorizan
Y las musas nos ridiculizan.
Quiero pintar la ventana de Sábato
Y ser tu asesino bendito.

Pero sucumbe el péndulo del verso
en la lluvia de pájaros ardientes
urdiendo mis despojos solitarios,
en navíos con rumbo vagabundo,
abismos rebosados de lejía,
en desiertos de sombras de alquitrán,
en las cenizas que pudieron ser.

Corro, grito, escribo y no miro atrás

No quiero ser una estatua de sal,

Me atrapa la libertad,

Me pierdo en la certeza de mis dudas

Deambulo por las calles que pueblan el olvido

Con Paz: allá donde comienzan los finales

Errantes golondrinas, con los tiempos
aprisionados en su pico de oro,
sus huesos yacen en el pavimento
esperando el reencuentro con su nombre.
¿En qué vientre escondiste tus espejos?
¡Eclosiona tus poros de dolor!

martes, 4 de septiembre de 2012

Manuel Bandeira


Manuel Bandeira (1886-1968), representante de la primera fase del modernismo brasileño, fue un maestro del verso libre y el lenguaje coloquial e irónico. Atacó los convencionalismos de la lírica tradicional: el academicismo, la poesía política y sentimental, el purismo.


MADRIGAL MELANCÓLICO



Lo que yo adoro en ti,
No es tu belleza,
La belleza, es en nosotros que existe

La belleza es un concepto.
Y la belleza es triste.
No es triste en sí,
Sino por lo que hay en ella de frágil y de incierto.

Lo que yo adoro en ti,
No es tu inteligencia.
No es tu espíritu sutil,
Tan ágil, tan luminoso,
– Ave suelta en el cielo matinal de la montaña.
Ni es tu ciencia
Del corazón del hombre y de las cosas.

Lo que yo adoro en ti,
No es tu gracia musical,
Sucesiva y renovada a cada momento,
Gracia aérea como tu propio pensamiento,
Gracia que perturba y satisface.

Lo que yo adoro en ti,
No es la madre que perdí.
No es la hermana que perdí.
Ni mi padre.

Lo que yo adoro en tu naturaleza,
No es el profundo instinto maternal
En tu flanco abierto como una herida.
Ni tu pureza. Ni tu impureza.
Lo que yo adoro en ti
¡me lastima y me consuela!
Lo que yo adoro en ti, es la vida.

(Versión de Patricia Tejeda Naranjo)


EL ÚLTIMO POEMA

Así quería yo mi último poema
Que fuese tierno diciendo las cosas más simples y menos
                                                                [intencionadas
Que fuese ardiente como un sollozo sin lágrimas
Que tuviese la belleza de las flores casi sin perfume
La pureza de la llama en que se consumen los más límpidos
                                                                 [diamantes
La pasión de los suicidas que se matan sin explicación


(Versión de Patricia Tejeda Naranjo)


NEOLOGISMO

Beso poco, hablo menos todavía
Pero invento palabras
Que traducen la ternura más honda
Y más cotidiana.
Inventé por ejemplo, el verbo teadorar.
Intransitivo:
Teadoro, Teodora.

(Versión de Patricia Tejeda Naranjo)


PREPARACIÓN PARA LA MUERTE

La vida es un milagro.
Cada flor,
Con su forma, su color, su aroma,
Cada flor es un milagro.
Cada pájaro,
Con su plumaje. su vuelo, su canto,
Cada pájaro es un milagro.
El espacio infinito,
El espacio es un milagro.
El tiempo infinito,
El tiempo es un milagro.
La memoria es un milagro.
La conciencia es un milagro.
Todo es milagro.
Todo, menos la muerte.
– Bendita muerte, que es el fin de todos los milagros.

(Versión de Patricia Tejeda Naranjo)



domingo, 2 de septiembre de 2012

Leopoldo Castilla

Leopoldo "Teuco" Castilla nació en Salta en 1947. En 1976 se exilió por razones políticas. Actualmente vive en Argentina. Publicó numerosos libros de poesía y narrativa. Entre otras convocatorias, fue invitado por la Unón Soviética para escribir un libro que la Editorial Progreso de Moscú publicó en 1990 con el título Diario en la Perestroika. También es autor de Nueva poesía argentina (Madrid, Editorial Hiperión, 1987); Poesía argentina actual(Estocolmo, Editorial Siesta, 1988).


Canción del niño y el tren
a Margarita Sundblat

El maquinista le dice adiós al niño
que lo saluda desde el campo.

Años pasan con el tren pasando
años y no envejecen el maquinista
con la mano en alto.

El tiempo ya no recuerda dónde iba,
salta del tren
con un sombrero negro y una valija vacía.

La locomotora echa chipas, ríe.

El niño ha triunfado
y ya no se irá nunca de ese día.

El azar, al tocarlo, sucumbe,
estalla, invisible,
y llena de libélulas el campo.


Tema: La vaca
a León Mansilla

La vaca rectangular, traza de tal modo
de estar en paz con la gravedad,
cómodamente amoblada por dentro,
el salón del estómago y, apartados,
los depósitos urinarios,
la que calma, venerable, la ansiedad de la hierba,
la huida de los campos

la vaca con toda su profundidad
anodina
encima de la tierra, con sus ojos beduinos
y mortales
la que amamanta el ternero y a otras letales bestias,
demasiado sola si no fuera
por las maternales moscas,
viva en la mano de dios y, en un día sin salud,
desventurada, muere.

extrañamente se ha vuelto pasto
de hombres o de pájaros carniceros
Hasta que el viento o las hambrientas superficies
la dejan en los huesos. Entonces, se ve su calavera,
triangular, astada,
una bestia insurrecta
              que ahueca la llanura,
quebrantada el viento,
su aterrada arquitectura, el pozo de los ojos
devorando el futuro,
uno por uno
    todos los nacimientos.

Cementerio en la pampa

En la pampa, donde la tierra apenas se sostiene,
alzaron su arrecife oscuro,
ultramarino,
estos mausoleos de otras patrias, de otras muertes.
Incrustaron
en la luz más clara
el ángel europeo
y el santo con su lluvia vieja.

La muerte ya se fue. Dejó este nido abandonado.
Dejó sus muertos recién nacidos;
las columnas del tiempo
que se acobardan
antes las columnas de los campos finales
y la parálisis perversa de las alegorías.

Dobles de olvido yacen los extranjeros
con sus nombres tatuados de infancia,
trinos vacíos
que la pampa disuelve de cielo en cielo.

Espantada
con la muerte encima picotea, come y mengua
todo lo que soñaba ser,
la tierra vuelve a la luz.

Los hombres, heridos por sus muertos, le dicen adiós.

Mientras la luna sube con su país intacto.

El amanecido
a Maximiliano Witte

¿Qué estaré siendo yo de este lugar
que ha parido la presa de su cacería?
Entenado de mis muertos
llevo una flor a su caridad
para que vuelva en mí esta comarca,
pero es tarde,
el cielo envejeció
y el espacio ha crecido demasiado.

He gozado todos los sonidos,
me he dejado llorar
por ojos difuntos,
he besado a mi época en la lengua
y a esta altura
soy el cielo de mis fornicaciones
y la intemperie donde flameo, inhumano.

Entro a la tormenta de la casa vacía
y llevo largamente,
con la copa en las raíces,
asfixiado por el aire,
y, enguantado por mi oscuridad,
pudro mi leña,
eyaculo el escenario,
pierdo los papeles, tacho la luz,
lastimo la función.

Los otros no saben que están dentro
de un día que no amaneció,
el que me he robado
mientras del suero de mi cerebro
se amamanta la noche
cuando yo tiraba mis huesos al aire
y ni la muerte los reconocía.

Tengo dentro
un salto de pájaro espantado,
un niño helado en su futuro,
un camino que no deja de ir
y un árbol inmóvil
soltando frutos oscuros.

No hay contemplación: mi limosna es mi cuerpo.
Ya no me sirve el universo
                               ni le sirvo yo.

Hacia una luz inválida se va el día.
Y no me lleva.
Donde yo duermo, trinan como perras,
                                       mendigas, las palomas.

De El amanecido, 2005.

jueves, 16 de agosto de 2012

Leonardo Martínez

Leonardo Martínez nació en Catamarca en 1937 y reside en Buenos Aires. Su obra poética comprende: Tacana o los linajes del tiempo (1989), Ojo de brasa (1990), El señor de Autigasta (1994), Asuntos de familia y otras imposturas (1997), Rápido pasaje (1999), Jaula viva (2004), Estricta ceniza (2005) y Los ojos de lo fugaz (2010).


LA ESTIRPE ANTIGUA

Se va la estirpe antigua
como un puñado de aire;
sombra tenue
que deja de nombrarse.
Nunca más transhumará los montes
para buscar la madre de los vientos.
Las flores, los capullos,
se acabaron para siempre
en el espejo vivo de sus ojos.
Los caballos dormirán
un sueño de relámpago
y la voz del campo sonará
para los pocos
que puedan escucharla.

Se fue la estirpe antigua.
Quedamos solos para estirar el tiempo.

TÍA ABUELA

La niña Carlina
hizo un tumbacabeza
y se fue a dormir
en el lecho sarmentoso de los abuelos.
Juega al noviazgo
aferrándose con uñas pálidas
a los recuerdos
escapados como bocanadas de aire
y se sienta en un trono de niebla
para llorar la agonía seca
de un amor antiguo
que la preñó de desamparo.

Mosto oscuro el del olvido.
Ceniza y flor de humo
las memorias.
Nubes enredadas
en los jazmines violentos
de la sangre
el tiempo.

Sálvese quien pueda
niña
agarrándose a una flor
bebiéndose la tarde clara
rindiéndose al amigo.

Y porque te has muerto levemente
retornas como resuello azul
y te sientas a mi lado noche a noche
mostrándome los ángeles
que abultan en tu seno.

A LOS HABITANTES DEL PUERTO SANTÍSIMA TRINIDAD Y CIUDAD DE SANTA MARÍA DEL BUEN ARYE

Señores,
silencio ante la fronda de luz verde,
silencio ante los páramos calcinados
por tanta lágrima y sueños demolidos,
silencio ante la sobra de los dioses
atisbando desvelados,
persistentes como bajados de dolor
en las campanas del alba.

Habláis de genocidio
luego de estar matando la raza con olvidos,
no desde las palabras
que hacéis sonar como agua regalada,
sino desde la incuria y el desprecio
hacia los cardinales alma adentro
(Norte-Sur brújula sangre
imán de Dios
cielo enredado en los veranos
que anidan sus verdores
en los hijos de los hijos de los hijos).

Somos tierra de abuelos abismales,
sangre al fondo,
viajeros hasta la grieta oscura del principio,
porque América devoró la Cruz
y le encarnó en sus hijos
comedores de maíz
que humearon sus ofrendas
bajo el amplio techo de las constelaciones.

Señores, silencio.
Dormid ese limo oscuro
depositado por las aguas enormes
que os acunan desde siempre,
así como el hombre del cerro
bebe estrellas
y duerme arropado por el viento.

Silencio vosotros los que ahogáis
el dulce suspiro mocoví,
la amorosa brega de los tuétanos antiguos,
el rumor alfarero de un Norte,
amanecido en peñascos.

Señores, silencio.
Hay vientos que no vuelven,
pero la sangre de los hijos de los hijos de los dioses
permanece
genital
bajo la oscura vellosidad del tiempo.

De Tacana o Los linajes del tiempo.

martes, 14 de agosto de 2012

Jorge Valbuena


Cundinamarca, Colombia, 1985. Licenciado en Humanidades y Lengua Castellana. Su primer poemario: “Presos”, recibió el premio Departamental de Poesía de Cundinamarca en el año 2008. El mismo año “Los arados del parpadeo” fue merecedor del Premio de Poesía Revista Surgente. Su obra “Péndulos” fue reconocida con el primer puesto en el concurso Bonaventuriano de poesía en el año 2010 y  su poema “Abismos del silencio” fue ganador en el concurso nacional de poesía “Palabra de la memoria”. Participó en el XIV Encuentro Internacional de Poetas en Zamora, Michoacán, México. Colabora como corresponsal en la revista RED DOOR de New York. Es promotor de lectura y escritura en La Red Capital de Bibliotecas Públicas de Bogotá. Actualmente forma parte del colectivo literario La Raíz Invertida.


Estados menguantes

Antes de la claridad de los ojos
tiras una piedra a la boca de los secretos
la haces sangrar como que desapareciera
y los dientes incendiaran el aire.

Quieres mirar,
te asomas
piensas reinar en el otro lado de tus estaciones
astillar tus manos con palabras afiladas
y dejar que caigan lágrimas sobre la piel.

Basta tu retrato y el de tu espejismo
el beso desanclado que murmura y miente
(los parpadeos sobre mi rostro

dulce guillotina de los sueños)

Duermes,
te dejas dormir bajo los alardes
cierro las cortinas
soplo el último pabilo
y me acerco a tus ojos.

Hoy el sol ha eclipsado los girasoles
algo de frialdad hay en el cielo desnudo.

Apuntes para un delirio
(Partitura coral)

Se trata de danzar en el silencio
con los pies heridos de ocaso
temblando
al menos diluvio
que nos preste al azar y la condena
llevando el ritmo de la hoguera
que se deshace bajo su ardor.

En el silencio la armonía es más secreta
dura lo que una sintonía
puesta a merced del viento
podría cabalgar sin notas sueltas
por el interior del llanto
hacer eco en la alforja
que se destroza allí lejos
en alguna de las fragatas consumidas.

Se trata de reír para que suenen
los viejos contrabajos nublados
los que no se ven por la llovizna
los que el trueno calló
una carcajada comienza
donde terminan los pasos
se canta en el naufragio
a las sombras del balcón
aquellas que te lanzan una flor.

Danza el colibrí en su desierto
el árbol que no se sembró
la brisa que descubrí el viento
el relámpago a la madrugada
danza el silencio en lo profundo
del mar de su canción
un espejo que escapa
danza el candil en una daga
un dios sin creación
la pluma que nunca fue ala
la ruina que se inundó
danza la misma torcaza
que murió en otro poema
así está el bullicio donde rueda
la letra entre frío conservada.

Se trata de llevar la misma suerte
del temor o el oleaje
que hace pavor o tormenta
o ser calma violenta
que grita bajo el agua
escuchar cómo celebra
la misma vértebra sumergida
llevando el rastro del latido
que se perdió
una brújula sigue su danza bajo la arena
la hoguera que no germina
es un trino donde crepita
un nuevo son.

Ángeles nocturnos

Desnudos de abandono
la noche nos acumula sus cuerpos.

Gélidos de tiempo y de sombras
armados de lluvias pasajeras
secretos bajo el árbol negro
aún vivos,

viejos
desde la memoria roen los relámpagos.

Austeros
desde el despertar.

No es este el cielo de agujas que oscureció
es otra antigüedad tras el cerrojo
otras pupilas que se observan bajo una masacre
de luciérnagas
manos que empuñan una lengua sideral
la astrosa urgencia de olvidar despacio
ahogándonos de levedad
lamiendo el polen de las madrugadas
doblando la esquina perpetua
empiezan a enfriar los huesos
caeb los párpados
los gallos entierran su plumaje
mienten tres veces
picotean a la luna
Alguien fermenta en su inanición
a esta hora profunda
bosteza el abandono en la raíz de tu vientre.

Cruje la canícula.

Bajo las cenizas
el fuego comienza a cicatrizar.

(De Danza del caído, 2012).

jueves, 2 de agosto de 2012

Raúl Vera Ocampo

Poeta, ensayista y crítico. Ha sido becario de la Facultad de  Filosofía y Letras de la Universidad de Roma. Dirigió el Suplemento Cultural del diario La Opinión de Buenos Aires. Fue director del Museo Municipal de Bellas Artes "Eduardo Sívori" y condecorado por el Ministerio de Cultura de Francia. Actualmente dirige la revista cultural "El ojo del arte". Su obra poética consta de ocho volúmenes publicados y además, cuatro de prosa y un tomo con traducciones propias de la vanguardia poética italiana reunida en el Gruppo 63.


MEDITACIONES LATINAS

1
L' aspetto sacro de la terra voestra
Petrarca

Nada más que el golpe
en la costa,
el balbuceo dado
sobre las cuevas, el sol
de Marte
antes las armas, hecha
la fecunda tarea
abrió el labrado campo
su cuerpo extendido,
cruzó el Istro al Norte
inferior, desconocido
del ancho verano
para calmar la sed.

Venus al Mediodía,
Europa nos llega
liviana,
su piedad lame
las playas cubriendo
los cien mil de Accio
las ciudades; envilecida
su estatura por el humo,
ennegrecidos, expiarán
su culpa
sobre los altares.

LA ADORACIÓN DE LOS MAGOS

En este tiempo,
entre el hueso recorriendo
la fría luz,
me estiro, asilo el mal
de la inocencia,
en la invisible caridad
que me destruye.

Tantas noches
de un ciego esplendor
viajero
entre el altar y la pira,
saciado el juego para convertirme
en carne
y estrechas las vidas
y la historia del hombre
como un papiro perdido
entre la resurrección y el tormento.

Objetos mudos,
intercambiables
del corazón humano,
círculos de ruinas memorables
que un momento espira
proveyendo el goce
y la razón,
emblemas de mi cuerpo:
y la virtud desconoce
el mérito.

Y asido ahora el Cáliz
rechazo la vergüenza,
el frío que me quiebra
como un oprobio,
el signo final que sella
mi elocuencia;
mi virtud es de la que corrompe
el tiempo,
yo he nacido puro:
he sido fiel.

ODISEA, XIII, 202-112
a Alberto Girri

Oportuna sensatez
que convierte
al estado pura, muda
región esterelizada
que guarda la idea,
el placer inmóvil
que asegura
el retorno
a cada ciclo.

Nada alrededor
más que la piedra,
elemento que ordeno
y restituye la clarividencia
como lúcida condición
de permanencia;
imperceptible la ecuación
de sus fuentes
reunida en la materia
que nos determina
esa irrevocable insistencia
de querer saciarse
con lo innecesario:
hasta aquí
la conciencia,
el móvil
que me anima.

Y en medio de todo
disperso
el credo como voluntad
que reproduce
nuestras semejanzas,
el martirio transformado,
la talla heroica
sellada a nuestro alcance
como un claustro
virgen.

E intacto el don
que deseamos,
justa la asunción designada
que emplea la exactitud
inexpresable
para representar
la totalidad máxima
y mínima
que nos comprende;
divina cualidad
la de poder ceder
desde lo transitorio
un rasgo perdurable.

(De Santuarios y otras conversaciones, 1975)

lunes, 30 de julio de 2012

Declaración


Mis manos son dos pájaros muertos enraizados en tu viento ausente. Sus alas sólo son mortajas cálidas cobijando portarretratos congelados, y se agitan acongojadas en el cine, y lloran jaulas de silencio. Dios sopla con toda su furia hacia la torre que me conectaba a tu vientre. Saco mi espada para luchar contra los oráculos que se amamantan de presagios, penetro un espejo y brota un manantial de sombras pasadas, sombras con forma de nube de lluvia, sombras diáfanas, sombras de maceteros de papel.
Me revuelco en un sueño hostil donde me introducen sondas cargadas de pólvora; el gatillo es tu nombre habitando bajo mi lengua. Las lunas que depositas en la fosa de mi boca han roto el cascarón y te aclaman dando alaridos de náufrago.
¿De qué manera puedo arrancarme el alma y dártela en una caja de zapatos? ¿De qué manera te hago un collar con mis párpados erguidos como un espantapájaros en la madrugada?
Escucho ladridos en la calle que se disipan como la sangre agonizando en un taxi de regreso que nunca llega. Profanaré los besos arrastrándome por cuerpos grises, entierro otro poema en el lugar inexacto.

lunes, 23 de julio de 2012

Reverso Huidobro - Camila Moreno


La cantautora chilena musicaliza un extracto del poema Canto V de Altazor del poeta Vicente Huidobro.


El cielo tiene miedo de la noche
Cuando el mar hace dormir los barcos
Cuando la muerte se nutre en los rincones
Y la voz del silencio se llena de vampiros
Entonces alumbramos un fuego bajo el oráculo
Para aplacar la suerte
Y alimentamos los milagros de la soledad
Con nuestra propia carne
Entonces en el cementerio sellado
Y hermoso como un eclipse
La rosa rompe sus lazos y florece al reverso de la
         muerte

domingo, 22 de julio de 2012

Giuseppe Ungaretti

Poeta italiano (Alejandría, 1888 - Milán, 1970). Vinculado en sus inicios al hermetismo, su obra, en la que se advierte siempre una tensión existencial y un continuo viaje interior hacia la memoria, representa también una singular recuperación de la tradición lírica, tras los excesos del crepuscularismo y del futurismo.

FASE

Camina camina
he encontrado
el pozo de amor

En el ojo
de mil y una noches
he reposado

A los abandonados jardines
ella llegaba
como una paloma

Entre el aire
del mediodía
que era un desmayo
le he recogido
naranjas y jazmines

(De La alegría, 1929, versión de Rodolfo Alonso)

CON FUEGO

Con fuego de ojos un nostálgico lobo
Recorre la calma desnuda.

Sólo halla sombra de azul sobre el hielo.

Se funden serpientes faunas y breves violetas.

(De Sentimiento de tiempo, 1933, versión de Rodolfo Alonso)

RUMORES DE SOLLOZOS

Vuelven a mí
transitando
entre cañas titubeantes
a lo largo de la calle
desollada
sobre el dorso de la soledad
las palabras
de las almas perdidas

y terminan de apagarse
en aquellas oleadas
de roca
aligerada por la sombra
que encogida
al borde del cielo
viscoso
como una mayólica
graba
una boca afilada
de abismo.

(De Poemas dispersos, 1945, versión de Rodolfo Alonso)

TODO HE PERDIDO

Todo he perdido de la infancia
Y no podré ya más
Olvidarme en un grito.

He enterrado la infancia
En el fondo de las noches
Y ahora, espada invisible,
Me separa de todo.

De mí recuerdo que exultaba amándote,
Y aquí estoy perdido
En el infinito de las noches.

Desesperación que incesante aumenta
La vida ya no es para mí,
Detenida en el fondo de la garganta,
Más que una roca de gritos.

(De El dolor, 1947, versión de Rodolfo Alonso)