miércoles, 27 de febrero de 2013

Poemas de Tertulia de los Cuervos

Comparto dos poemas inéditos que escribí para La Tertulia de los Cuervos, portal de poesía mexicano, en una dinámica propuesta llamada Más que mil palabras, a partir de obras plásticas de Raúl Gasque.


Veo tu vasto cuerpo desde mi penumbra,
desde nuestra lejanía equidistante. Me sonríes
entre tus dientes de cielo. Anclo
los muertos que no zarparon a tu encuentro,
y se pudren en las orillas de algún cielo raído.
Qué lugar es éste donde
desenvaino mis sombras
para aproximarnos en el territorio de nadie;
sin pasado ni fantasmas,
donde no distingo mis manos enraizadas en la hojarasca.
Vertí la gasolina de mis naves
en todos los días hasta hoy
para arder en silencio.



Estou farto do lirismo comedido
Do lirismo bem comportado
Manuel  Bandeira

El cielo se ha llenado de mares tormentosos desde siempre. Nadamos en ellos, nos ahogamos, salimos a flote, y nos hundimos de nuevo. Así vivimos: muriendo. Así morimos: naciendo. La eternidad habita debajo y arriba de nosotros, nunca en nosotros. Estamos hartos de ser los monigotes del alma, estamos hartos de la vida-muerte en blanco y negro, estamos hartos de los dualismos, estamos hartos de bailar llorando; debajo de la lava volcánica: el rancio miedo, el motor de esto, que es vida o muerte.

jueves, 21 de febrero de 2013

La feliz desesperanza - André Comte-Sponville

Si bien éste no es un libro de poesía, creo que tiene mucho que ver con mi libro "El abismo de los justos" y lo comparto a ustedes. Son fragmentos de la pequeña entrevista que sostiene el filósofo francés con Edmon Blattchen, hablando sobre la desesperanza como método eficaz para llegar a la felicidad.



La elección del materialismo consiste precisamente en afirmar: "La vida hace lo que puede!", en lugar de decir: "Si la vida no responde a mis esperanzas es la vida la que se equivoca". La vida hay que tomarla o dejarla. Porque no hay otra cosa.
Lo real hay que tomarlo o dejarlo. Son mis esperanzas las que, desde el inicio, son infundidas. Dejemos de imaginar la vida, dejemos de esperar vivir...y ¡vivamos! La línea de Demócrito, como en efecto decía Lenin para caracterizar el materialismo, es inicialmente ese movimiento que consiste en elegir el mundo real, éste, este mundo material (de ahí la palabra materialismo), en pensar que no hay más vida que éste, corpórea, material; que no hay nada que esperar de la muerte; que no hay una última esperanza. Pero que en este espacio de aquí, en este mundo, en esta vida, podemos alcanzar el placer, que es nuestra experiencia cotidiana; podemos alcanzar la alegría; podemos alcanzar la felicidad.

*


Nos pasamos la vida esperando. Cuánta gente se dice por la mañana: "¡Que llegue pronto la hora de acostarnos". Y durante todo el año: "Que lleguen pronto las vacaciones"; y durante toda su vida: "Que llegue pronto la jubilación!". Y cuando ya se han jubilado y son ancianos: "Ay, quién fuera joven!". Lo esencial de su vida ha transcurrido esperando otra cosa; y la última parte de su vida consiste en lamentarse de lo que no han vivido... "Nunca vivimos: esperamos vivir." Pascal pronuncia la cruel verdad de lo esencial de la vida.

De ahí, una vez más, esa elección que he hecho de la desesperanza, lo que yo llamo "la feliz desesperanza". Se trata de esperar vivir, tomando de nuevo la expresión de Pascal, y vivir efectivamente. Se trata de preferir la vida tal cual es, con sus dificultades, a veces con su partida de horrores, pero también con los placeres, con sus alegrías, con sus amores, se trata de aceptar y de amar la vida tal cual es en lugar de esperar otra: sea otra vida después de la muerte, sea otra vida en este mundo.

*


Montaigne nos enseña a habitar la perspectiva de la muerte, a habitar la finitud de la vida. Pero ¡no para encerrarnos en la angusta! ¡Al contrario! Para aprovechar la vida tal cual es. Sencillamente, Montaigne dice poco más o menos: "Mientras no aceptes la idea de tu propia muerte, no puedes aceptar la vida tal cual es. Si amas la vida, o si dices amar la vida, y no aceptas la muerte, no amas la vida tal cual es, porque la vida incluye la muerte.


*


Digo a menudo: "Sólo necesitamos la moral por falta de amor". El amor bastaría" "Ama y haz lo que quieras", decía San Agustín. Sí, pero el amor, la mayoría de las veces, no consiste en esto; por eso necesitamos una moral: porque amamos demasiado poco y demasiado mal. No se trata pues de inventar valores nuevos, no se trata de inventar nuevos dioses, se trata de inventar una nueva fidelidad, una fidelidad a los valores, no a los de siempre, sino a los valores históricos que son los nuestros y que nos han convertido en lo que somos, a los valores que hemos recibido y que tenemos la obligación de transmitir. ¡El siglo XXI será fiel o no será!



(De La feliz desesperanza, 2008)

miércoles, 20 de febrero de 2013

Carolina Patiño

Fue una escritora ecuatoriana, nacida en 1987. Tuvo una breve pero bien aprovechada trayectoria literaria. Su obra se caracteriza por tener una poesía con mucha fuerza, en la que no faltan los pasajes eróticos y las alusiones desgarradoras. Además sus textos aparecen en varias antologías ecuatorianas y extranjeras.

Uni Corno

A Roy Singuenza
Ayúdame a existir sin tu galope
relínchame el hueso inmemorial,
deja tus cascos y ponte tu pijama
que juntos atravesaremos la colcha
y su galería escarlata.
su cuerpo encontrará su pálpito erótico
y gota a gota la lengua insomne enterrará
en mis pechos el sueño más profundo.

(De Té suicida, 2008)

Fragmentos de felicidad

A mis abuelos
Cuerpos idénticos tienen miedo de perecer
caminan con la vejez encima de puntillas
y sin apuros
van de la mano con sus pieles desgastadas
y la lealtad intacta
sus ojos opacos rompen los frascos
y redescubren en el filo del mundo
los fragmentos de la felicidad
que bañan sus dedos.

Locura

Tu naturaleza perfecta
no pudo engañarme esta vez
estoy armada con mis manos tristes
gritaría al verme en este Manicomio
podrida en mí,
sin salida, sin ti.

Vidrios Rotos

Cada vez que te beso
siento vidrios rotos
y sé que no estoy durmiendo
esto no es lo peor
tú desapareces
y tus labios aparecen más abiertos
comiéndome desde los pies

(De Atrapada en las costillas de Adán, 2006)

Ver para creer


Se escucha un sonido opaco en el fondo del tarro del mendigo que yace desparramado en la acera como si fuera un monigote, con los ojos pintarrajeados de blanco. Los automóviles pasan vertiginosamente sin detenerse, así que no puede ser un mortal que pretende comprar su estadía en la eternidad por una moneda. Tampoco podría ser un peatón que cruzaba por ahí, ya que los párpados ciegos no habían registrado cambios de luz repentinos. El mendigo introduce su mano y siente otro proyectil en su cabeza; la boca se convierte en un contorsionista de circo ruso, que se convierte en un hombre bala expulsado por el cañón, dibujando en el aire un «¡Puta madre, otra vez se me cagó el cielo!» La bandada de palomas emprende la huida sobre el mendigo que limpia la escena del crimen con una franela.

Son las once de la noche y una camioneta se detiene ante el mendigo agrupando las monedas por su tamaño. Un palito en forma de bastón lo guía hasta la parte posterior, se trepa en el balde y al llegar a su casa, el conductor saca cinco dólares del tarro y le dice: «Mira, José FelizAno, dos para la gasofa.» Desde el interior de la casa se escuchan sollozos de mujer, los perros emanan ladridos que se evaporan con el calor, y el lodo penetra los zapatos del desdichado mientras ingresa por la puerta de retablos. Hay santos amotinados en una especie de altar fabricado caseramente, la mujer emite un saludo desde el piso: «Mi amor, estoy rezándole a San Eduardo, que dicen que cura a la gente ciega.» El hombre sonríe diciendo: «Mija, a mí el cielo se me vive cagando encima, pero veamos qué pasa», y tantea las paredes hasta llegar a su rostro, besa torpemente su oreja pretendiendo besar su frente. «Léeme los números de la lotería, a ver qué nos ganamos», comenta. «Cómo vas a ver, pendejo —acota la esposa—, si nunca rezas…», agarra al santo del pescuezo y se retiran a la habitación.

El sol de la mañana se abalanza hasta la ventana, sobre el mosquitero cuelgan mosquitos sedimentados, el sudor de la mujer la ha pegado a la sábana del catre, toca su proximidad buscando al marido que no está ahí. «Mi amor —dice al ciego la mujer que ha salido hasta el umbral de la puerta—, deja ese bastón que hoy es domingo», él se parte en un llanto que podría llenar algunos charcos, o tanques, ¡o cisternas con sus lágrimas! «¡Carajo, puedo ver!», grita con todas sus tripas. La esposa se desploma en sus hombros y le dice «¡Gracias a San Eduardo, esto es un milagro!» La respuesta relampaguea al instante: «¿¡Qué milagro va a ser si ya no tengo trabajo!?»

El grillo


Les comparto un cuento que está incluido en el próximo libro que estoy escribiendo.


Un grillo se ha metido en mi wáter y nada en círculos. No pierde la fe en ningún momento y sigue pataleando, nadando, arrastrándose por las aguas cristalinas, intentando escapar de esa pocilga mojada, con los deshechos del mundo, de un mundo deshecho. Me aguanto las ganas de orinar al ver la esperanza viva en su acto más puro, reencarnado en un animal que escala las paredes pero cae de nuevo, intenta, sigue intentando. Yo tengo ganas de mear, pero él tiene ganas de vivir, quién soy yo para decidir en este momento que ahora lo veo como un acontecimiento digno análisis. Se escuchan los chirridos de los otros grillos de la casa, seguramente brindándole su aliento de grillo a grillo, o llamando a la esposa del pobre infeliz caído para someterla en su trinchera.

Mi vejiga se asemeja a una vejiga de carnaval a punto de estallar y ya he abierto la jaula. No quiero apuntarle a la cabeza pero no me aguanto más. El grillo me mira de reojo sabiendo lo que le espera, pero se aferra a la vida y a las mil piscinas olímpicas que lleva nadando. Parece que me dijera: “No me mate, señor, se lo ruego. Mi esposa está sola y un grillo se aproxima a ella.” Se me escapa una lágrima, es lo único que se me ha escapado ahora y le digo pero sin abrir la boca: “Ten paciencia grillo, en la utopía está la vida.”

Yo también combato con la esperanza, a veces siento que me muero, que las ganas que tengo duran lo que dura un perro en misa, que los pocos problemas me asfixian como una corbata asesina, y veo nuevamente al grillo, nadando, sacudiendo sus patitas a la velocidad de un rayo para aproximarse al mismo lugar donde empezó, una y otra vez. Me surge una interrogante -medio cojuda aparentemente: ¿Cómo un grillo puede tener más esperanzas que yo? ¿Será acaso ésta un prueba divina para enseñarme a no perder la fe nunca?

Ahora sólo disparo a un costado de su cuerpo, trato de no lastimarlo, de dejar intacta su vivacidad ortóptera. Sólo descargo mi ráfaga que se anida en mis entrañas, que me atormenta, como mi desesperanza. El animal se deja llevar por las espirales de orina y agua que lo circundan. Nada parece atormentarle. Se hace uno sólo con mi chorro que yace en las aguas, con restos de heces fecales impregnadas en las paredes cóncavas.

No voy a jalar la válvula. Sería como jugar a ser Dios, ahogar al único granito de esperanza en un sólo jalón, o sacarle el corcho a los mares en tiempos de Noé y matar a toda la humanidad entera. Terminar con la vida de este grillo no sería como matar a cualquier insecto. Nunca ha visto una mosca que me viera a los ojos, más aún con los miles que cargan. Nunca he visto una libélula con tanta luz. Ningún escarabajo se ha aferrado tanto a la mierda como este grillo a la esperanza de salir de este precipicio húmedo, de salir de los cimientos de la mierda a montículos gigantescos de la mierda en su máximo esplendor; deambulando por las avenidas, por los centros comerciales, por los juzgados y galerías de artículos varios. ¿No será de esto que se trata la esperanza: de nadar en círculos hasta que llegue el fin?

Bajo la tapa del wáter para sentarme un rato, para expulsar el líquido que no derramé donde el grillo jugaba a ser Houdini: lágrimas de negación. Es cierto e irrefutable, un animal inferior a mí tiene más esperanzas bajo esas alas, que ahora nada hacia la nada, dejando su estela de esperanza en las aguas amarillentas. No lo rescato porque la finalidad del alma es perecer. Pienso que si meto mis manos para salvar al grillo sería como alterar el orden natural de la vida, descomponer la historia. Pero no me importa, la desesperanza dará más esperanzas a la esperanza reencarnada en seis patas, así me remoje en mi residual hilacha rota.

He subido la tapa y el grillo no es más que un cadáver flotando en el sol diluido. Por primera vez percibo mi reflejo en el fondo del wáter y no siento más deseo que envestirme de Dios; jalo la válvula para sumergir a la esperanza. Suena un chirrido fúnebre…

viernes, 1 de febrero de 2013

Sobrepeso - Rabia seca


La banda cuencana, nacida en 1993, fusiona rock duro con blues, funk y ritmos latinos. Les comparto esta canción, con alto contenido social y político, imágenes impactantes.


Se despiertan los tiranos
cae un bando de dolor
la guerrilla sigue viva
se abre el cielo para mí.

Y el dolor de esta mierda aun está en pie
se oye rabia seca otra vez.
Contra de la tierra, del misterio, de la guerra de estos tiempos
cae lluvia ácida en tu piel.

Y se pudren los mendigos
y los niños se hacen luz
este mundo contra la pared
un revolver en tu sien.

Y los gobiernos te dominan y te contaminan, por dentro y por fuera
quieren manipular tus ansias, llenas, llenas, repletas.