sábado, 27 de octubre de 2012

Hugo Mayo


Miguel Augusto Egas Miranda (Manta, Ecuador, 24 de noviembre de 1895 - 5 de abril de 1988) fue escritor y poeta, parte de la vanguardia literaria del Ecuador de la primera mitad del siglo XX.


Preludio de un regreso

El hombre siglo descubrió en retorno
su vieja soledad ya disecada
Hasta su voz aguda le hacía morir de ira
La marchitez de sus desnudos labios
le negaba su risa de alfarero
Intentó muchas veces su reencuentro
y abrió su corazón al horizonte
Sangraba en sus recuerdos
una puntura dejaba en su costado
El golpe de la luz le dio el norte
El temporal de su melancolía
puso a viajar en la demente lluvia,
para lavar sus día feriados
Y desnudo se escondió dentro de su sombra
¡Y observó sin quererlo,
que una obscena canción era vida!

(De El Zaguán de Aluminio, 1982)

Disco rescatado

Paraíso de la piedra y viento ausente
Trozo de risa
Vástago del fuego en la cosecha
Aire de vida y culpa de los días
Miedo de la esperanza
y del pez con tatuajes
Ya el traje de los siglos
vistiendo los misterios
Siempre el sacrificio de los mástiles
que han caído
Lejanía y funeral
de Cristo en las llamas
Un parque de desnudos
y un tronido palpitante

Mensajes de un insepulto

1
He recortado mis alas de cansancio.
¿Tendría razón para esperar
el vuelo de las mariposas?

2
Veo que el alba revienta con un
verdiazul de emociones

3
Solo el rencor me parta de la culpa
en el adulterio inesperado

4
Tal vez mañana el golpe de la
áspera pregunta se ubique en el
minuto de la duda

5
Traidora fecha en mi agonía
llegaste a destiempo

6
Testarudez de la ceniza me hace pensar
que puedo amanecer en el país del fuego

7
Pero he robado la primera sangre
del recuerdo y la última alegría
de la tiniebla

8
Cómo estuvo tan cerca
la lágrima de la enferme llovizna
y un trozo de la vida
en los rebaños de la sombra

9
Entiendo que los mares completos
brindaron al pescador
la maldición de los peces

(De Chamarasca, 1984)

Escena uno (1918-1930)
Oxidación

Partí en automóvil a Saturno
La sombra
retrocedía diagonal a la sombra
acero.
Los dos ojos durmieron
derramando miles de estrellas.
La ciudad tiene muchas narices
que estornudan por contagio
Los árboles
cuelgan brazos torcidos
que acarician mil ilusiones.
Y llevo triángulos en el cerebro
que sueñan.

El arco iris amaneció perezoso
oxidando al viento.
Me encarno en las cerraduras
de las puertas esquineras.
Los sonidos térmicos
ondulan subareamente.

(Publicado en la revista Grecia, 1918)

(Poemas tomados de Una correspondencia a la memoria, Freddy Ayala Plazarte, 2012)

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