miércoles, 30 de enero de 2013

Alexis Cuzme


Alexis Cuzme nos lleva a los destinos poéticos más oscuros; donde la muerte, el dolor, las mutilaciones, la sangre, son una constante en su obra, todas las transformaciones de la carne. Les presento algunos poemas que constan en su libro, que recopila varios libros anteriores, llamado "Trilogía de la carne".
Nacido en Manta, Ecuador, en 1980. Licenciado en ciencias de la comunicación, periodista cultural y cronista de cine. Editor de la revista rockera Marfuz. Ha publicado los poemarios Desconsuelo (2001), Complot ante el silencio (2003), Club de los premuertos (2006) y Bloody city (2009). Consta en varias antologías locales y del extranjero. Publicado recientemente en Cajita de música, poetas de España y América del siglo XXI (AEP, Madrid, España). En el campo rockero ha publicado el cuadernillo Legión: década pagana (2006). Actualmente se desenvuelve como asistente de edición en la Editorial Mar Abierto de la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí. (http://letras.s5.com/ar070611.html)



Hedor
(diluirse en el presente)
IV

La noche engulle voces,
monigotes de carne,
payasos sin reconocimiento de profesión
carcajadas invertidas sin su donación enclenque.

Al principio fui uno de ellos,
arrastré lágrimas con lodo,
mocos con trozos de ceniza;
al principio el horror
los gallinazos
los cerdos
la vida a última hora
fueron pretexto para cavilar sin fin.

Sopor
(montículos de mi prisión)
II

Desprendido de los despojos
soy el mismo cuerpo anónimo
el parásito descuajado de su raíz
tras el grial asfixiante y plástico.

Algún día gritaré mi nombre original,
estallaré bajo los faroles con insectos,
bajo el telón remendado de una dicha pasajera.

Mientras en mi desnudes reconozco los poros,
los vellos, los trozos de piel,
que no le pertenecen a esta tierra.

Asfixia
(la esperanza del supermercado)
IX

Soy el cuerpo inagotable,
la ilusión macabra que nadie busca,
el depravado corazón que implora latidos.

Nadie cree que juré succionar los jugos de las sondas visitantes,
saborear las partes gangrenosas obsequiadas,
ser la sombra fiel de cada metro sucio y repugnante alrededor.

Me traicioné
y el gusano bajo los metros de historia
de este edén invertido
halló un espacio en mi ficción.

Persiste en la idea del supermercado
ardiente por su asfalto hipócrita
reluciente tras sus manchas humanas
veloz en cada sirena violentada.

Soy la posesión inaudita,
el error sin solución que espera borrar tesoros
de un nuevo desembarque.

Despojos
(calcinación de libertad)
II

Sus rostros cayeron gota a gota
mancharon la tierra, las huellas plantadas con furia,
cada recoveco inútil y utilizable,
cada transtorno inimaginable,
porque de lo irreal lograron un voraz ingenio.

Sus rostros cayeron gota a gota
ardientes, en un baile piroplástico,
los otros cerraron sus bocas y bajaron sus párpados,
pero la hecatombe los alcanzó,
se introduce en la fantasmal alegoría
y los poseyó,
desde entonces cada esquina
vocifera nombre sin edad.

El baile macabro sincronizó los pellejos para sí,
fogata de tatuajes,
fogata de fetos,
fogata de sangre evaporada.

En cada gota un grillo rajó la decendencia.

(De Legado de carne)

Quimera

Sembré bolichas  y sucres
inyectado de magia
en mi niñez.

Hoy mi hijo
ha puesto el último
montoncito de tierra
sobre el gato despedazado.

Quisiera desencantarlo
como no lo hicieron conmigo,
pero solo atino a decirle
que después de varios años
en este mismo lugar
se erguirá un árbol con gatos
que maullarán cada mañana
y que no, no tendrán sangre
manchándole los hocicos
ni el pelaje de rayas.

(De Blody City, 2009)

Tu cuerpo es la barrera

Deambulan mis huesos
perdidamente en estos callejones.
Sabes mujer, tus entrañas no pueden esperar,
tus besos sabor a glande,
a gemidos desentonados
dentro de estas paredes.

Pero desde este rincón ignoras
la desesperación visceral
que finge ser mi sombra.

Gary ha muerto,
y Nicole deambula en busca de la muerte.

Está bien que un corazón explote
frente al batallón desconocido
-la condena a muerte es otra forma más sencilla
y legal de la venganza-,
que una voz calle
y que viejas y nuevas cartas testimonien
frases incomprendidas a inamantes.

Mujer, no te amo.

(De Club de los premuertos, 2006)

Post mortem

Y mi carne
¿por qué no forra
el espectáculo de mis restos?

Mi osamenta,
mi tiza aún compacta,
¿por qué ante manos insaciables?
¿por qué ante rostros eruditos se desgasta?

Rey
durante la estadía en mi oscuro templo.
Y ahora bufón,
distracción desnuda,
croquis indefenso.

Y mis súbditos rastreros
¿a dónde han ido?
¿por qué extraños me exhiben
en el circo de la ciencia?

Flaco, ingobernable,
sin luz, era feliz.
Ahora: marioneta, libro reeleído,
rompecabezas transportable,
alimento intelectual para perros.

Goberné el silencio del concreto
y recibí un fecha:
el comienzo y el final
y de qué me quejo,
si aquí también me han numerado.
Pero soy bufón:
el obsequio ofrecido en la necrópolis.

(De Post mortem)

(Todos los poemas fueron transcritos de Trilogía de la carne, 2012)

No hay comentarios:

Publicar un comentario